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A las 7 de la mañana del pasado miércoles Colombia llegó a los 50 millones de habitantes, de acuerdo con la proyección del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), con base en el Censo de población y vivienda del 2018. Tenemos hoy 8 millones de personas más que hace 15 años, cuando se hizo el Censo 2005, lo que tiene implicaciones de todo tipo. De ese total, el 51,1% son mujeres y 48,8%, hombres.
De acuerdo con el director de la entidad, Juan Daniel Oviedo, la migración venezolana, que representa cerca de 1,8 millones adicionales de personas aceleró la llegada del país a este nivel de población. De hecho, si bien el país ha crecido en promedio a una tasa del 1,1%, durante los dos últimos años se incrementó hasta el 2,3% anual, por efecto de la llegada de pobladores del vecino país. Sin este fenómeno, solo hasta el 2023 se habría alcanzado esta cifra; y la proyección para ese año es ahora de 52 millones. No obstante, el ritmo de crecimiento de la población colombiana se ha vuelto más lento, y expertos señalan que para el 2038 la probabilidad de que se mantenga el crecimiento es mínima.
Un contraste interesante es que en este lapso las familias se hicieron más pequeñas, con menos miembros, pero también los hogares crecieron en número. En esto último, los hogares en los que las mujeres son la cabeza se incrementaron en estos 15 años de 29,9% a 40,7%. Cuando se dan trasformaciones como esta hay que ser conscientes de que habrá implicaciones sociales y económicas que es fundamental entender y atender. Con cada vez menos nacimientos, una pirámide con creciente número de personas adultas mayores y menos niños y jóvenes, se configuran realidades que no pueden ser miradas por encima del hombro.
Un asunto inquietante es que, al paso que vamos, con cada vez menos niños, la fuerza laboral en el país tenderá a reducirse en el futuro, y como lo advierte el Banco Mundial, la capacidad de la economía para hacerle frente a las necesidades de quienes ya se habrán retirado del mercado laboral se verá comprimida de manera preocupante. La presión para los jóvenes, para atender las pensiones de los mayores, se va a triplicar. 
En las reformas laboral y pensional que el Gobierno Nacional deberá presentar al Congreso en esta legislatura deberán tenerse en cuenta todos estos aspectos. Además, en cada región, dependiendo de sus características demográficas se requerirán medidas que apunten a brindar mayor calidad de vida a los habitantes y mayor equidad para enfrentar con éxito los desafíos económicos futuros. 
En el caso de Caldas, ya está claro que este año se llegará al millón de habitantes, y que entraremos al grupo de 18 departamentos colombianos que superarán esa cifra, cuando hace 15 años eran 13 los que cumplían esa característica. También debe tenerse en cuenta que la tasa de envejecimiento en este departamento es bastante más alta que en el promedio nacional. 

Estos cambios son producto, seguramente, de condiciones de desarrollo que atraen a nuevos pobladores, quienes sabemos que se han concentrado en municipios como Manizales, Villamaría, Riosucio y La Dorada, centros urbanos que mostraron crecimiento demográfico durante los últimos 15 años. Ahora bien, lo más importante es poder responder a las necesidades de esa población creciente, sin poner en riesgo la estabilidad y sostenibilidad económica y social. 50 millones no es solo una cifra redonda, es un número que plantea múltiples desafíos que deberán enfrentarse desde ya con enorme responsabilidad.