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El presidente estadounidense Donald Trump cierra su mandato convertido en el peor ejemplo de lo que debe ser un gobernante en una democracia. Debido a su innegable incitación a la violencia contra el Capitolio el pasado 6 de enero, y tras la aprobación de un juicio político en su contra en la Cámara de Representantes, el líder republicano se convierte en el único mandatario de ese país en tener que afrontar dos juicios de este mismo tipo (impeachment) en cerca de 250 años de historia de los Estados Unidos. El primero fue por sus supuestas presiones a Ucrania, en busca de un beneficio político personal, del cual salió exonerado.
Aunque el mandatario podrá terminar su periodo este 20 de enero, y el juicio se llevará a cabo en el Senado en el que cuenta con férreos defensores suyos (se necesita el respaldo de dos terceras partes de esa corporación para destituirlo), una posible sanción en su contra lo dejaría inhabilitado para poder presentarse de nuevo como candidato a la Presidencia, como es su pretensión. También implicaría que pierda la pensión vitalicia que es entregada a los expresidentes. Para Trump un resultado desfavorable sería, sobre todo, el peor golpe a su elevadísimo orgullo, al convertirse en el primer presidente en ser destituido.
Lo cierto es que la insurrección en contra del Congreso el día en que se votaba allí la certificación de la victoria del demócrata Joe Biden tiene relación directa con su incendiario discurso unas horas antes, cuando aseguró nuevamente ante la multitud, sin ninguna evidencia, que él fue víctima de un fraude electoral el 3 de noviembre pasado, e invitó a sus seguidores a marchar hasta el Capitolio para evitar la certificación de Biden.
Sus palabras ese día también se fueron en contra el vicepresidente Mike Pence, a quien presionó para que anulara los resultados de las elecciones, para garantizar la continuidad de Trump en la Casa Blanca. Como Pence no cedió, el mandatario enfurecido salió a alentar una reacción violenta, como en efecto ocurrió. En esa revuelta murieron 5 personas, entre ellas un policía. Como es su costumbre, el saliente mandatario se empeña en asegurar que las acusaciones en su contra son solo un nuevo capítulo de la “cacería de brujas” que hay en su contra desde hace tiempo.

Como están las cosas, el juicio se llevará a cabo después de la investidura de Joe Biden como el presidente número 46 de los Estados Unidos. Las primeras semanas de mandato del líder demócrata estarán tomadas, seguramente, por el juicio a Trump, quien tratará de salir libre de la acusación y catapultarse como aspirante a la Presidencia en el 2024. Ahora bien, el nuevo huésped de la Casa Blanca también llega con la urgencia de que el Senado ratifique sus nombramientos en el gabinete y apruebe el paquete de ayudas a los estadounidenses para hacerle frente a los graves efectos de la pandemia de covid-19 para la economía. Ojalá se pudiera sacar pronto el juicio a Trump, y que sea castigado, porque su ejemplo es pésimo para las democracias.