Diciembre es un mes crucial para el empleo y el salario, porque se desarrolla la discusión anual de la Comisión de Concertación Laboral, de la que hacen parte los trabajadores, los empresarios y representantes del Gobierno Nacional, para establecer el salario mínimo que regirá durante el siguiente año. Esta vez el debate tiene el componente especial de que ocurre en medio de la crisis económica generada por la pandemia de covid-19, y que sus variables tienen acentos distintos con respecto a otros años.
En ese sentido, pensar en un alza del 14%, como lo proponen las centrales obreras, está fuera de todo contexto, más cuando la inflación anual será la más baja en varias décadas (se calcula que cerrará el 2020 en 1,8%). Por obvias razones, el indicador de productividad este año también se vio seriamente afectado, y con ello pensar en un salario mínimo alto sería un duro golpe a la generación de puestos de trabajo, cuando lo que se necesita es recuperar todos aquellos empleos que se perdieron y avanzar en generar más que estén en el marco de la formalidad.
Se dice que se requiere un salario alto para poder estimular el consumo, pero eso puede ser una falacia si se tiene en cuenta lo que eso implicaría en la lucha contra el desempleo, que en octubre cerró en 14,7% en Colombia, y en Manizales en 19,7%. Un salario alto se volvería un lastre para el crecimiento de la economía en el 2021. Necesitamos ahora una recuperación rápida, con un salario acorde a las circunstancias, y en condiciones que no afecten la generación de empleo. Por ello tampoco son pertinentes algunas ideas laborales populistas que solo buscan generar confusión en lugar de ayudar a encontrar claridades.
Ahora bien, es necesario escuchar otras voces como la del grupo de economistas, entre ellos algunos exministros, que presentó el documento Una propuesta para amortiguar el impacto de la crisis sobre el empleo, en la que se destaca el golpe devastador de la pandemia sobre el mercado laboral y apunta a crear un millón de empleos durante un año. En el artículo publicado el martes en LA PATRIA sobre esto se leen ideas muy lógicas como la de flexibilizar la contratación laboral para hacerlo por horas y de esa misma manera aportar a pensión, quitar componentes fijos como lo aportes a las cajas de compensación y otros que entorpecen el avance hacia la formalización laboral.
Lo que no parece pertinente es bajar a un 80% el salario, porque eso podría afectar seriamente a las familias y golpear el consumo interno, que es motor clave de la economía. Sin embargo, en una coyuntura como la actual resulta vital tomar decisiones que conduzcan a no solo superar la emergencia sino atacar todos aquellos aspectos estructurales que hacen baja la productividad e impiden que, en condiciones normales, el desempleo sea de un solo dígito. Adicionalmente, hay que pensar en nuevas políticas que estimulen el empleo de los jóvenes y las mujeres con criterios de equidad.