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El presidente Iván Duque acierta al aplazar el tercer día sin IVA que estaba programado para el próximo domingo 19 de julio. No solo era un momento inadecuado por ser un domingo víspera de festivo, sino que desde distintos sectores se le pedían al Gobierno Nacional ajustes a la realización de esa jornada, por diversas razones, entre ellas las preocupaciones por el riesgo de contagios masivos de covid-19 y otras relacionadas con los efectos económicos de esa medida para los comerciantes.

Si bien el mandatario ha dicho que los dos días sin IVA anteriores cumplieron con el objetivo de reactivar la economía, la verdad es que los enormes beneficios anunciados no se están concretando a la medida de las expectativas generadas. Durante la primera jornada, según datos oficiales, las ventas ascendieron a unos $6 billones, donde los electrodomésticos y demás equipos tecnológicos se llevaron la tajada más grande.

Como en aquella ocasión el desorden imperó en algunas ciudades, para el segundo día sin IVA la decisión fue que la venta de ese tipo de aparatos se hiciera solo por plataformas digitales. Eso llevó a que las cifras de ventas no se parecieran a las del primer día. No había, pues, coherencia en hacer un tercer día sin IVA a contracorriente de las prioridades del momento. Hoy algunos alcaldes tienen previstas cuarentenas sectorizadas que no serían afines con el dinamismo comercial que se busca, y persistir en solo ventas electrónicas es un despropósito en un país con graves problemas de conectividad.

Así que había razones de salud y económicas para el aplazamiento del tercer día. A los comerciantes, que en su mayoría no están preparados para usar de manera eficiente los canales virtuales, no les favorecía una jornada similar a la segunda, y menos en un puente. Sin embargo, lo determinante es que en momentos en los que la pandemia viene tomando mayor velocidad en varias regiones del país no era prudente que se repitieran las aglomeraciones de la primera vez.

Ahora bien, lo ideal sería que este tipo de promociones estuvieran orientadas a inventarios viejos que les permitieran a los comerciantes mover, en realidad, mercancías que no han podido ser vendidas. Mejor aún, las mercancías con mayores ventas ese día sin IVA deberían corresponder a producción nacional; así nuestros empresarios recibirían rápidamente recursos para mantener sus plantas de producción dinámicas y, por tanto, con más gente trabajando. Eso ayudaría, de verdad, a proteger empleos y generar confianza en el futuro.

La verdad es que vendiendo electrodomésticos, computadores y celulares, que no son fabricados en Colombia, la mano de obra beneficiada no es la nuestra, y la economía nacional no es la que recibe los mayores beneficios. Esperamos que para el tercer día sin IVA se piense muy bien cómo impactar de la mejor forma una reactivación económica, pero al mismo tiempo garantizar que una estrategia de estas no tenga consecuencias negativas para los avances que se han logrado en materia de protección de la salud y la vida.