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Son muchas las maneras de evaluar la gestión que cumple una persona en las labores que le encomiendan. LA PATRIA realiza un ejercicio de consulta cada año con diferentes personas con el fin de evaluar la gestión de la Alcaldía de Manizales y de la Gobernación de Caldas. En esta oportunidad se habló con 34 representantes de distintos sectores, entre periodistas, dirigentes gremiales y personas vinculadas a las mismas administraciones con el fin de lograr un ejercicio lo más completo posible.
Las preguntas este año, teniendo en cuenta la cantidad de cambios que hubo en la Alcaldía, se direccionaron a preguntar sobre los componentes humano, estratégico y tecnocrático de las cabezas de las administraciones. Para definir los ítems evaluables se contó con la guía de expertos en estos aspectos. De esta manera se busca que la calificación que pone cada consultado sea con base en criterios objetivos, y se aparten de la tentación de hacerlo subjetivamente.
El peor librado es el alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín, que se rajó en el promedio de calificación, 2,6. Por redes sociales, su manera preferida de comunicación, el mandatario dijo que aceptaba con humildad este ejercicio como un llamado para corregir el rumbo. Esperemos que así sea, para que se pueda reconducir la ciudad, se empiecen las ejecuciones importantes de cara a la reactivación económica que se necesita y, sobre todo, que se consolide un grupo de trabajo que rinda resultados. Esto también tiene que ver con la necesidad de que el mandatario mejore sus formas de comunicación con colaboradores y con la ciudadanía, algo que se le ha cuestionado desde el comienzo de su mandato.
Al gobernador de Caldas, Luis Carlos Velásquez, le fue mucho mejor (3,9), pero no por eso debe obviar los aspectos por mejorar que pueden ayudar a una tarea más sólida como son la necesidad de sacudirse de ciertas influencias políticas, que están afectando la percepción sobre la probidad en su gestión. Este será un año clave para el impulso que requieren varios de los proyectos clave del mandatario y seguramente al final se sabrá si logra esas buenas calificaciones, las mejora o, esperemos que no, decaigan.
Este ejercicio evaluativo no pretende ser un recurso único e incontrovertible, todo lo contrario. Lo que se espera es que sea un termómetro de la percepción que se tiene de la forma en que los gobernantes vienen actuando y que a ellos les sirvan para ver cómo los evalúan los grupos de interés de sus ejecutorias. Es un llamado de atención que les debe permitir enrutarse para lo que les queda, pues se sabe que el primer año es sobre todo de planeación para lo que viene después. Esperemos que se entienda el sentido de este tipo de ejercicios, con el fin de ayudar a una mejor administración.