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El ex Primer Ministro Tony Blair lo dice con claridad: “Si el Brexit está bloqueado, la única solución es el referéndum”. Para eso se necesita, entre otros, que el Reino Unido le pida a la Unión Europea (UE) un plazo mayor para definir su situación lo más pronto posible, pero para ello deben buscarse consensos entre los euroescépticos y aquellos que piensa que el Brexit fue lo peor que pudo pasar en su país. El ambiente de incertidumbre reina en ese lugar del mundo, y la única certeza parece ser que pese a que Theresa May logró mantenerse al frente como Primera Ministra, su acuerdo del Brexit no tiene futuro.
Aunque los partidarios del gobierno de May en las actuales circunstancias tienden a ser amigos de un Brexit sin acuerdo, las consecuencias económicas de tal determinación impide, prácticamente, que pueda ejecutarse de esa manera, y que sea necesario hallar acuerdos. Todo indica que lo mejor en estos momentos sería volver a preguntarles a los británicos si quieren que el Reino Unido salga definitivamente de la UE, lo que podría arrojar resultados muy distintos a los del 2016. Si se ratifica, se habrá refrendado esa voluntad y los partidarios de la salida tendrán carta blanca para concretarlo como deseen. Sin embargo, es poco probable que la voluntad de la Primera Ministra gire hacia ese lado.
En la coyuntura actual, con un severo golpe a la idea de May en el Parlamento, pero al mismo tiempo con su victoria en la moción de censura promovida por los laboristas, se tiene un Nudo Gordiano que deberá resolverse a contrarreloj. El bloqueo político no deja más salidas que reconocer la cadena de errores y dejar al pueblo la determinación de enmendar las equivocaciones que llevaron a la incertidumbre. El 29 de marzo fue la fecha límite puesta por la UE para echar a andar el proceso, por eso urge caminar hacia las certezas.
En días recientes también se produjo un hecho interesante que llama a la reflexión, y fue la carta de los líderes políticos alemanes en la que solicitan al Reino Unido que se quede en la UE. Eso mostraría que Europa está dispuesta a escuchar propuestas y tal vez dé un compás de espera mientras que los británicos hallan una salida sensata al embrollo. La posibilidad de un Brexit blando o parcial, como el que exige el líder laborista Jeremy Corbyn, tampoco la tiene fácil.
Para el próximo 29 de enero está previsto que se vote en el Parlamento el llamado plan B del Brexit, que corresponde a una segunda propuesta de May que debe presentar este lunes. Es posible que esta vez avance hacia una salida menos radical de la UE, pero lo que no es claro en ese caso es si los europeos estarán conformes con los cambios que los británicos introduzcan, después de que ya se había logrado un acuerdo para hacerlo en los próximos meses hasta el 2021. Una renegociación con la UE no será fácil, a menos que haya señales de buscar que el divorcio no se concrete. De hecho, para dar luz verde a nuevos plazos los europeos ahora exigen acuerdos entre May y Corbyn, lo que muchos británicos consideran humillante.

Como están las cosas, todo puede pasar en las próximas semanas, pero hay que decirlo con claridad: para el mundo lo mejor sería que no se concretara el Brexit por sus componentes xenófobos y contrarios a la globalización. Lo ideal sería que los británicos hallaran una salida compatible con la solución a la frontera con Irlanda: mantenerse en la unión aduanera con Europa sería un buen camino. Persistir en aventuras nacionalistas en el mundo actual pueden salir muy caras, y eso es bueno.