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Desde mediados del 2019, por lo menos, se escucha que en varias regiones del oriente de Caldas, especialmente en Samaná, hay presencia de grupos delincuenciales que generan zozobra en los límites con Antioquia. Exparamilitares y desmovilizados habrían conformado grupos que se mueven con total libertad cerca del corregimiento de Pueblo Nuevo, de Pensilvania, y por la vereda Cristales, del corregimiento de Florencia, por ejemplo. Usan nombres como Clan de Oriente, Los Isaza o Los del Morro para extorsionar y amenazar a campesinos, a quienes obligan a cultivar coca.

Debemos recordar que en agosto del 2019 LA PATRIA, gracias a denuncias de la comunidad, se desplazó a zona rural de Samaná en donde verificó la existencia de cultivos de coca, los cuales fueron negados en varias ocasiones por las autoridades del momento, pero a los que finalmente llegó el Ejército para erradicarlos. Sin embargo, ahora parece mucho más grave, porque además de las presiones de bandas criminales para sembrar coca, hay denuncias sobre sujetos que van de casa en casa, de negocio en negocio, pidiendo aportes para supuestamente brindar seguridad.

Varios de estos sujetos ya están identificados, las autoridades conocen sus antecedentes criminales y ahora dicen pertenecer a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que no son más que el llamado Clan del Golfo. Otros dicen ser del Eln y algunos en el pasado inclusive han sido informantes de las autoridades para perseguir a otros delincuentes en esa región que involucra a las poblaciones antioqueñas de Sonsón, Argelia y Nariño y los municipios de Pensilvania, Samaná y Norcasia en Caldas, principalmente.

Lo cierto es que la violencia y la zozobra han regresado a esas zonas del oriente caldense y que quienes ya sufrieron en el pasado con el frente 47 de las Farc y los paramilitares parecen estar repitiendo la historia. Las autoridades deben prestarle mayor atención a las denuncias y poner freno definitivo a la expansión de la violencia. Es hora de darles un golpe definitivo a esas bandas y no permitir que sus actuaciones criminales sigan atemorizando a los pobladores de la región.

No puede mantenerse en discurso de que allí no hay bandas criminales y que se tiene el control territorial cuando hay tantas evidencias de la presencia de estos grupos armados ilegales que imponen el terror, solo para expandir sus actividades de narcotráfico que también incluyen la existencia de laboratorios de procesamiento de la hoja de coca, como pudo constatarlo este diario cuando se denunció por primera vez el regreso de los cultivos ilícitos a la zona, hace unos tres años y medio.

Es necesario garantizar una mayor presencia militar, hacer más y mejor inteligencia y poder dar golpes certeros a esos criminales. También preocupa que, según lo que se ha conocido, estos delincuentes tengan contactos directos con algunos exmilitares o inclusive con soldados activos en el sur de Antioquia, quienes les brindan apoyo o les facilitan el acceso a armamentos. Es fundamental que se tomen todos estos elementos para buscar que los criminales sean llevados a la justicia para su condena.