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El alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín Correa, entregó el pasado martes su informe de corte de cuentas con la administración anterior, resultado del análisis detallado del empalme que se hizo en las distintas dependencias municipales. Resaltó positivamente algunos aspectos pero otros puntos recibieron una recia crítica que debería llevar a que los organismos de control, de oficio, emprendan indagaciones que pongan en blanco y negro la realidad y castiguen a los responsables de irregularidades, si las hay.
Marín le reconoció al exalcalde Octavio Cardona avances en materia de educación e infraestructura educativa, una política acertada en deportes y en escenarios para la recreación, la mejora del alumbrado público en zonas rurales y una inversión significativa en veredas, entre otras. Sin embargo, los asuntos cuestionados son mayoría, y vale la pena revisarlos para tratar de corregir el camino.
Lo atinente a un supuesto déficit de $4 mil millones en el Instituto de Cultura y Turismo es un grave señalamiento que necesita la intervención urgente de no solo la Contraloría y la Procuraduría, sino también de la Fiscalía. Asuntos tan complejos no pueden quedarse en el aire, más cuando el manejo del erario es el que está en entredicho. Igual ocurre con lo señalado por Marín en relación con el macroproyecto San José, el déficit de $2 mil millones en la Red Pública Hospitalaria, las posibles malas inversiones que se han realizado, los salarios elevados de algunos funcionarios y los sobrecostos del hospital de mascotas, por ejemplo.
La proliferación de nuevas rutas de buses y busetas es algo que también debe aclararse, y tomar los correctivos del caso. Inclusive eso justifica que muy pronto se tomen decisiones alrededor del sistema estratégico e integrado de transporte público que necesita Manizales. Esto, sumado a lo que ocurre con el cable aéreo, donde además de las deficiencias administrativas que se hallaron se tiene una reducción significativa de usuarios en los últimos tiempos, hace necesario que se tengan análisis técnicos muy claros acerca de las transformaciones que deben acometerse.
Está muy bien que, en aras de la transparencia, se logre una gran claridad sobre las gestiones realizadas en el pasado, en lo cual los organismos especializados deben ejecutar los análisis pertinentes. Ahora bien, para la actual administración la responsabilidad es empezar a construir su gestión a partir de lo que hay, de la manera más sólida posible. Es importante que conozca muy bien las bases de partida, pero sobre todo debe acelerar el paso ahora para poder cumplir con todo lo prometido en campaña. 
Mirar hacia adelante, procurando acertar es clave, con mucha transparencia aunque sin enredarse en tratar de lograr la perfección, por lo que en ese sentido es fundamental ser riguroso pero sin caer en el error de satanizar toda la contratación directa. Austeridad, sensatez, apertura a la crítica, reglas claras y búsqueda de la eficiencia son valores que deben ser aplicados con mucha coherencia con el discurso, entendiendo que ahora los ciudadanos están en posición de exigir a un equipo de gobierno sobre el que hay grandes expectativas.

De ahora en adelante lo que se espera es la gestión acertada de la nueva administración para corregir todo lo que se ha hecho mal. El espacio público, por ejemplo, que tuvo bastantes críticas en el pasado es algo que debe reorientarse, con criterios claros, ligados a la planeación de lo que debe ser el futuro de la ciudad, en donde lo ambiental debe ser un núcleo. Ahora que se traza el nuevo Plan de Desarrollo es la oportunidad para dar un paso decidido a cambios que pongan orden y mejoren la calidad de vida.