Si usted tiene ingresos mensuales inferiores a los $337 mil 753 y vive en Manizales puede considerarse en situación de pobreza monetaria, de acuerdo con los criterios técnicos que usa el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). En Colombia había hasta el año pasado 17 millones 470 mil personas en esta condición, y en dichas mediciones nuestra ciudad se puede dar por bien servida porque tiene los indicadores más bajos, es decir, es la menos pobre del país. De hecho en el 2019 el indicador de la capital caldense era del 20,6%, casi 10 puntos por debajo del promedio nacional.
Sin embargo, pese a que todavía no hay estadísticas que lo confirmen, en el 2020 las cosas cambiarán desfavorablemente, debido a los efectos económicos de la pandemia de covid-19. Si en el 2018 había 662 mil personas menos en esa condición, hoy tenemos razones de sobra para pensar que al final de este año serán muchas más las que puedan considerarse en pobreza monetaria. Incluso, el indicador de pobreza monetaria extrema (ingresos por debajo de $137 mil 350 cada mes) que en el 2018 fue del 2,3% y el año pasado de 1,9%, volverá a incrementarse este año, con seguridad.
Otro punto a considerar es que antes de la pandemia Manizales también era la ciudad con menor informalidad, con un indicador cercano al 40%. Como ese sector es el más golpeado por la crisis económica, los niveles de pobreza monetaria se van a incrementar, y aunque sigamos siendo los de menos informalidad en Colombia, ese índice tenderá a incrementarse. La elevación de la tasa de desempleo así lo confirma. Estos mismos fenómenos podrían implicar que la cifra de 49,9% que en el 2019 correspondía a hogares de clase media en Manizales también se vea reducida.
Tal panorama nos podría devolver varias décadas en logros que se han tenido en la ciudad en la lucha contra la pobreza, e implicará grandes desafíos para recuperar las pérdidas en ingresos para los hogares, que son los que aseguran el crecimiento del consumo interno que es el verdadero motor de la economía. Solo en la medida en que haya un franco descenso en las cifras de desempleo y se vuelva, al menos, a los niveles anteriores a la pandemia, será posible luchar exitosamente contra la pobreza.
En este punto, los proyectos de presupuestos de inversión para el 2021 que son discutidos actualmente en los concejos municipales y en la Asamblea Departamental (este último en el caso de la Gobernación de Caldas) deben apuntar a mejorar los ingresos de los hogares. El fin debe ser que los niveles de pobreza monetaria no resulten dramáticos, y que al mismo tiempo se cimenten las bases de una reactivación económica real. Sin descuidar los enfoques de los planes de desarrollo, es fundamental darle prioridad a todas aquellas políticas y programas que tengan un impacto social más efectivo para la recuperación de todos los indicadores que cayeron este año, si no queremos una crisis social más profunda en el 2021.