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El 10 de marzo de este año estuvo restringido a un solo carril el paso por la vía de ingreso a Villamaría, desde Manizales, debido al movimiento de una masa de tierra, al frente de las instalaciones de la empresa Gases de Caldas, lo cual amenazó con generar un desprendimiento que podría haber obstaculizado la carretera. Era una cicatriz relacionada con un deslizamiento antiguo que, de acuerdo con la Alcaldía de ese municipio, pudo ser controlada, lo que permitió volver a poner en funcionamiento poco después la vía sin restricciones.
 A comienzos de la semana pasada apareció una situación parecida aunque de mayor magnitud, más arriba y al lado de la misma carretera. Allí habrían muerto algunos animales de una granja y fue evidente el riesgo para la estación de servicio La María. Aunque no fue necesario restringir el uso de la carretera, es claro que son múltiples las amenazas geológicas que tiene ese sector de este municipio, lo que pone en riesgo la conectividad con Manizales, y podría ocasionar un aislamiento que sería grave para Villamaría y generaría traumatismos a muchos manizaleños.
 Aunque las causas del movimiento de la gran masa de tierra aún no se han establecido plenamente, los técnicos que se desplazaron al lugar y observaron la magnitud del fenómeno geológico señalan que parte de la afectación ocurrió donde hay un relleno realizado por constructores de una urbanización vecina, que está en proceso de consolidación. Ahora bien, además de establecer las posibles causas de este movimiento de tierra, que represó la quebrada San Carlos, es urgente aplicar los correctivos necesarios, para que no se ponga en mayor peligro la estabilidad de la vía, así como la vida de quienes se desplazan por allí permanentemente.
 Sin embargo, más allá de lo que pasa con estos hechos coyunturales, debemos hacer un análisis más profundo, ligado a la necesidad innegable de una vía alterna entre Manizales y Villamaría que permita la movilidad entre estos dos centros del área metropolitana sin interrupciones. Desde hace mucho tiempo se habla de ese proyecto, pero es prácticamente nada lo que se ha avanzado en estudios técnicos que conduzcan a su posible concreción. Ha faltado darle el sentido de prioridad que este asunto merece.
 Desde ambas alcaldías, con el acompañamiento de la Gobernación de Caldas, debería emprenderse este camino, para aterrizar las ideas y hacer los estudios del caso, para poder luego ir en busca de recursos a partir de un proyecto concreto que logre avanzar a fase tres y pueda optar por el apoyo del Gobierno Nacional. Hay diversas fuentes a las que podría acudirse, entre ellas las regalías.

Es demasiado riesgoso tener solo una vía entre las dos cabeceras urbanas, ya que una posible incomunicación entre ellas puede tener graves impactos en la competitividad regional. Así que, además de hallar soluciones definitivas a los problemas geológicos de la actual vía entre las dos poblaciones, se requiere concretar esa otra carretera de la que se viene hablando desde hace décadas.