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La tarde del miércoles 23 de febrero fue de caos total en el sector entre los barrios La Castellana y Centenario de Manizales. Un deslizamiento de tierra, por causa aún desconocida, cayó sobre varias casas de Centenario, barrio creado a mediados del siglo pasado, con motivo de los primeros 100 años de fundación de la capital de Caldas. Como consecuencia de ese hecho sorpresivo tres personas murieron y otras 9 resultaron lesionadas. También 8 mascotas fueron rescatadas.
Ayer en la mañana los organismos de socorro habían logrado encontrar los cuerpos de las tres personas que perdieron la vida allí (Lina Constanza Delgado, de 41 años; Ana Sofía Palacio, de 7 años, y José Duverney Quintero, de 77 años), y avanzaban en la remoción de tierra y escombros, con el propósito de verificar que no se tuvieran más víctimas mortales como consecuencia de esta emergencia. El balance de daños materiales establece que 2 viviendas colapsaron, 1 quedó parcialmente afectada y 4 fueron evacuadas.
Hay que revisar con detalle los riesgos a los que pueden estar expuestas otras casas del sector, tanto en La Castellana como en Centenario, para evitar que la emergencia pueda agravarse. Lo primordial en este momento, sin embargo, es que se actúe con eficiencia para atender a las personas que resultaron damnificadas y ayudarlas a que puedan reiniciar sus vidas en condiciones dignas. Es necesario acompañar, así mismo, a las familias de las víctimas en su dolor y darles consuelo.
También es el momento de realizar una investigación profunda alrededor de las causas del siniestro, que hizo recordar el infausto episodio de la tragedia de Cervantes, hace ya más de 10 años, en la que murieron 48 personas. La similitud tiene que ver con ocurrir en un lugar que no era considerado antes zona de riesgo de deslizamiento. Además, según algunos testimonios de vecinos, desde tiempo atrás se habían reportado filtraciones de agua en el sector. 
Lo ocurrido allí tiene que llevarnos a la necesaria reflexión sobre la vulnerabilidad con la que convivimos, debido a toda clase de variables que pueden llevar a emergencias como esta en la ciudad. Ante la topografía quebrada de Manizales, las características geológicas en varios sectores y la acumulación de lluvias en lapsos cortos de tiempo, entre otros, aumentan los riesgos, y eso exige ser más precavidos. 

Por ello, no basta con seguir construyendo obras de estabilización en algunos lugares de la ciudad y mantener activo el programa de Guardianas de la Ladera, por ejemplo, sino que hay que considerar posibles fallas en las redes de acueducto y alcantarillado y hacer un análisis completo de esas conducciones para garantizar su óptimo funcionamiento. No puede dejarse de observar cualquier situación que en algún momento contribuya a que la naturaleza, que es dinámica, experimente cambios que puedan afectarnos.