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Si la misión de la Contraloría General de la República es vigilar el correcto manejo del erario y sancionar a todos aquellos que lo hagan de manera irregular en el Estado, principalmente en el Ejecutivo, y hasta procurar recuperar recursos públicos sustraídos por funcionarios corruptos, lo ideal y lógico es que el origen y acciones del contralor estén totalmente desligados de interferencias políticas y de posibles vínculos con quienes son objetos de su vigilancia. No de otra manera su labor puede ser objetiva e independiente.

Sin demeritar la carrera del abogado Carlos Hernán Rodríguez, el contundente respaldo en el Senado y la Cámara de Representantes, con 260 votos en total a su favor (de 286 posibles), más que generar tranquilidad, preocupa, y puede resultar perturbador para su trabajo. Además, el Pacto Histórico, que acompaña al presidente Gustavo Petro, fue el movimiento político que le brindó inicialmente su respaldo, lo que lleva a pensar a muchos que podría ser un contralor “de bolsillo” del Gobierno nacional. 

Ahora bien, también recibió el respaldo del Centro Democrático, el partido Mira y de Cambio Radical, que antes apoyaban a María Fernanda Rangel, que el jueves en la mañana renunció a su aspiración al ver que no tenía opciones ante Rodríguez. Y, aunque abundaron los impedimentos al comienzo de las votaciones, al final casi todo el Congreso se volcó a votar por el jurista vallecaucano, quien ya fue contralor en su departamento. Lo realmente sorpresivo es que muchos congresistas se convencieron de respaldar al nuevo contralor, luego del lobby hecho por altos funcionarios del Gobierno.

Pese a que Petro, como senador fue muy crítico acerca de la insana cercanía del Ejecutivo con organismos como la Contraloría, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía, cuya naturaleza debe ser la independencia, la verdad es que se está repitiendo el episodio criticado. En su momento dijo que esas cercanías fomentaban la corrupción, y esta vez su posición es radicalmente diferente. Solo nos queda esperar que el nuevo contralor demuestre con hechos que puede ser independiente y que sus decisiones serán claras y objetivas, sin reparar en los respaldos políticos recibidos.

Ojalá que no sea cierto, como se dice en los mentideros políticos, que en medio de esta elección se dieron negociaciones y compromisos burocráticos, como los que han sido rechazados en el pasado. Ya la manera en que ocurrió esa escogencia genera dudas, y será necesario que la sociedad colombiana observe con agudeza cada decisión que se tome en la Contraloría, porque no puede permitirse que sea manipulada por intereses distintos a su misión institucional.

Lo ocurrido debe llevarnos a pensar en cambios en la manera como se elige al contralor, para blindar su trabajo de oscuros intereses políticos. Igual debe pensarse con respecto a las escogencias de fiscal general, procurador y defensor del pueblo, para que allí no lleguen los favoritos de directorios políticos o del gobierno de turno, sino personas idóneas, competentes y absolutamente independientes.