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¿Habrá solución algún día a los problemas de inseguridad que se presentan en la galería de Manizales? La pregunta surge después de conocerse la condena de dos personajes que formaban parte de una estructura criminal encargada de la venta de estupefacientes y de cometer homicidios en ese sector. Al leer los detalles del expediente del que conoció el Tribunal Superior de Manizales parece un hecho repetido, pues esta misma historia contada con otros protagonistas es recurrente en ese sector. Cambian los nombres -el chatarrero, Tilín, los cebolleros, los Del Río, entre otros-, pero nada más, las estructuras siguen allí y las soluciones definitivas por ningún lado.
Cada tanto las instituciones de Policía y de Gobierno anuncian operativos contra estos clanes, pero en contadas excepciones logran neutralizar sus cabezas, con lo que simplemente la caída de unos cuantos colaboradores de poca monta no afectan a quienes se benefician del crimen. Sin embargo, los ciudadanos y comerciantes de bien de esta importante zona para la economía del departamento tienen que resignarse a convivir con la delincuencia porque no parece lograrse la efectividad en las soluciones.
Es diciente el caso de Carisucio y Rubelio, dos personajes al servicio de una banda criminal dedicada al tráfico, fabricación y porte de estupefacientes, que se hacían pasar por comerciantes del sector y realmente cumplían era con el papel de informar a otros miembros de esa organización para concretar sus fechorías. El relato descarnado de una interceptación telefónica sobre el asesinato de un aguacatero muestra la falta de respeto por la vida. Por fortuna, la Sala Penal del Tribunal corrigió la decisión de primera instancia que, amparada en una supuesta duda razonable, los había exculpado. Ahora deberán pagar de a ocho años de cárcel y se les podría sumar otra condena si se avanza en la solicitud para que los vinculen al homicidio.
¿Habrá quién se tome en serio la recuperación de la seguridad en este sector de la ciudad, que aporta de manera significativa a la tasa de homicidios, disparada este año en Manizales. Es necesario que se ejecute un plan para que de una vez por todas se llegue a quienes gobiernan por fuera de la ley, a esos que estos informantes responden, a esas personas que son las que mueven los grandes cargamentos de droga y que en muchas ocasiones trabajan con el silencio cómplice, en el mejor de los casos, o con la colaboración expedita de miembros de instituciones de la ciudad.

Manizales se merece recuperar la tranquilidad perdida en varias zonas y si se empieza por un sector que durante por lo menos 30 años ha sido mandado por criminales sería un importante comienzo. A veces empiezan algunos oficiales policiales, también secretarios de Gobierno y alcaldes con una tarea importante y objetivos claros para lograrlo, pero falta la constancia cuando se dan cambios. Qué bueno fuera lograr de esta misión una política pública que se alargue en el tiempo y podamos volve