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Con bombos y platillos el Gobierno Nacional presentó a comienzos de este mes la nueva Ley Antidopaje, con la que se espera lograr una mayor transparencia en los resultados deportivos en el país, y generar entre los atletas una cultura mejor cimentada del juego limpio, tanto en las competencias internas como en las internacionales. No obstante, expertos en el tema, como lo presentó LA PATRIA el domingo, creen que esta es una herramienta limitada y que aún falta mucho para que en Colombia se pueda hablar de un control efectivo a ese flagelo.
En términos generales, desde el punto de vista legal, se modificó el artículo 380 del Código Penal, con lo que ahora se puede sancionar a quienes comercialicen sustancias prohibidas. Adicionalmente, fue sancionada la Ley 2084 que acoge los parámetros de la Agencia Mundial Antidopaje (Wada) y el Código Mundial Antidopaje. En cuanto a normas se iguala lo que se tiene en el ámbito internacional, pero lastimosamente en nuestro país tenemos claro que una cosa es la ley y otra su aplicación.
Además, hay que tener claro que hoy no solo se revisa si hay mala intención al usar una sustancia para tratar de obtener ventajas, sino que incluso hay casos de ingesta involuntaria que terminan reflejándose en el físico del deportista, y que puede conducir a sanciones. En este sentido es positivo que se incluyan eventuales castigos a agentes, entrenadores y médicos que intervengan de manera irregular, sin que el deportista lo sepa. También obliga a estar más atentos a la alimentación del deportista, para que no incurra en posibles sanciones por falta de información.
Otro punto que debe ser revisado con detenimiento y adoptar las medidas del caso es que las personas encargadas de hacer las verificaciones y garantizar el cumplimiento de la ley sean, en realidad, las más idóneas, y las más éticas, porque hay antecedentes de episodios de corrupción en esas instancias que generan dudas en muchos sectores del deporte. No solo se trata, entonces, de que en el papel todo parezca perfecto, sino que la aplicación de la norma tenga garantías de transparencia y responsabilidad.
Es evidente que este es un problema global que a veces se sale de las manos de los sistemas más estrictos y hay diversidad de casos en el mundo. En esto, no solo debe haber sintonía en las normas con relación a las leyes de los países más avanzados en esta materia, sino que es fundamental un permanente contacto técnico y acompañamiento en la consolidación de una política global consistente. Hay que tener presente que quienes producen las sustancias penalizadas son, generalmente, empresas muy poderosas con gran músculo corruptor, que tienen que ser enfrentadas en bloque.
Lo prioritario en todos estos casos debería ser, entonces, que todas las personas que se mueven alrededor del deporte estudien profundamente la realidad del dopaje en el mundo, y que actúen acogiéndose a las normas internacionales. Desde el Gobierno Nacional y la Fiscalía debe garantizarse que los funcionarios que intervienen en estos procesos tengan los conocimientos y la solvencia moral y ética para cumplir con lo escrito en la nueva ley.