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Pasaron cinco meses para que se produjera la primera conversación telefónica entre el presidente de Colombia, Iván Duque, y el de los Estados Unidos, Joe Biden, con la que parece recuperarse la senda de la cooperación entre los dos países, que son socios estratégicos tradicionales en la región. Entre ambas jefaturas de Estado se vivía un distanciamiento a causa de que funcionarios del Ejecutivo colombiano y del partido de gobierno, el Centro Democrático, rompieron la acostumbrada neutralidad y relación bipartidista frente a las elecciones presidenciales estadounidenses el año pasado a favor del derrotado expresidente Donald Trump.

El actual mandatario demócrata habló con Duque durante cerca de 25 minutos alrededor de diversos asuntos, entre los cuales se destacaron los “derechos de los manifestantes pacíficos”, de acuerdo con el comunicado emitido por la Casa Blanca, y también acerca de la necesidad de que las Fuerzas Militares colombianas rindan cuentas por cualquier abuso en las protestas, siguiendo “los mayores estándares”. Biden también condenó la violencia y el vandalismo. Un hecho al cual el presidente colombiano puso énfasis fue el anuncio de Biden de donarle a nuestro país 2,5 millones de vacunas de una sola dosis, que serán aplicadas en lugares alejados de los centros urbanos.

Vale destacar que la llamada a Duque, la cual fue solicitada desde hace meses por el saliente embajador en ese país, Francisco Santos, se produjo para solidarizarse con el mandatario colombiano a propósito del atentado que sufrió su helicóptero el pasado viernes en Norte de Santander. Con ello se confirma el trabajo conjunto en seguridad y en lucha contra el tráfico de drogas, que desde el punto de vista de la Casa Blanca ahora tendrá “un enfoque holístico”. Ojalá que eso signifique una forma distinta de atacar las mafias en la que se golpeen de verdad las finanzas de los carteles, en lugar de mejorarles el negocio como ha ocurrido hasta ahora.

El problema venezolano también fue calificado como preocupante en la conversación, pero esta vez desde los Estados Unidos se planteó una idea más definida hacia la búsqueda de diálogos que conduzcan a unas elecciones libres y justas en el vecino país, tal y como Biden lo acordó la semana pasada con Canadá y la Unión Europea acerca de revisar las sanciones contra el país suramericano si se observan intenciones reales de retornar a la democracia. Esto implicará, seguramente, que el tono altisonante que han tenido Duque y Nicolás Maduro para señalarse entre sí deberá cambiar hacia un lenguaje pragmático.

Tras la conversación telefónica, que ojalá se transforme próximamente en una invitación oficial al presidente colombiano a la Casa Blanca o en una visita de Biden a nuestro país, queda el camino más llano para el nuevo embajador en Washington, Juan Carlos Pinzón. Son numerosos los asuntos en los que hay que buscar mayores acercamientos, sobre todo en la economía, el medioambiente, la educación, la tecnología y la cultura, entre otros. Una tarea clave es la desnarcotización de las relaciones con los Estados Unidos y avanzar en la defensa de los derechos humanos en Colombia, con la ayuda del socio norteamericano. Lo clave es que ya se empiezan a limar asperezas.