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Desde La Habana (Cuba), a donde viajaron el alto comisonado para la Paz, Iván Danilo Rueda, y el ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, para tener contacto con los líderes de la guerrilla del Eln, los funcionarios colombianos anunciaron que pronto se sentarán en la mesa de negociación con representantes de ese grupo armado ilegal, con el objetivo de lograr la firma de un acuerdo de paz que conduzca a su desmovilización, como ya se logró con las Farc en el 2016.
Es pertinente recordar que esa organización subversiva estuvo en la mesa de negociación con el gobierno de Juan Manuel Santos en el 2017, en Quito (Ecuador), pero que con la llegada de Iván Duque a la Presidencia el proceso perdió velocidad y terminó rompiéndose cuando el Eln rompió el compromiso de cese el fuego y asesinó a 22 cadetes, con un ataque terrorista en la Escuela General Santander, en Bogotá, y tras eso no hubo ninguna posibilidad de retomar las negociaciones. Estos son hechos que no pueden repetirse en este nuevo intento de lograr acuerdos de paz.
Con el arribo de Gustavo Petro a la Presidencia se reactivó la posibilidad de retomar los diálogos, y su iniciativa de avanzar hacia lo que ha llamado la paz total, los líderes del Eln parecen decididos a expresar una verdadera voluntad de paz. Ahora bien, hay que ser realista y analizar lo que ha ocurrido en el pasado con esa guerrilla que, pese a varios intentos de buscar la paz, siempre tal intención se ha quedado a mitad de camino por diversas circunstancias.
Las características del Eln, con su profunda ortodoxia ideológica y su funcionamiento “federalizado”, en el que cada frente se maneja de manera independiente, sin la estructura jerárquica que facilitó los acuerdos con las Farc, por ejemplo, hacen que la búsqueda de la paz con esa guerrilla sea un enorme desafío, que no será sencillo terminar de manera exitosa. También está el riesgo de que los elenos quieran un resultado más favorable que el alcanzado por las Farc, lo cual no puede ser tomado a la ligera por el gobierno del presidente Gustavo Petro.
Es importante que haya voluntad de los líderes del Eln por trabajar por la paz, y que el nuevo gobierno también tenga ese objetivo es positivo. En verdad, sería ideal que se acelere la implementación del acuerdo de paz con las Farc, y que los grupos que generan violencia en Colombia se desmovilicen, y consolidar la posibilidad de avanzar en la búsqueda de la paz, pero hay que tener cuidado de no buscar la paz a toda costa, sin reparar en el costo de lograrla. La paz que se busque tiene que ser, realmente, para mejorar el presente y el futuro del país.
Como se hizo en el gobierno de Santos, es importante que esta vez también se cuente con un férreo acompañamiento de la Comunidad Internacional, que ayuden a encontrar puntos posibles de acuerdos, que encajen también en los parámetros mínimos del actual sistema de justicia transicional que se aplica en Colombia, y que la sociedad colombiana pueda aceptar. Además, lograr la paz total también implica acabar con los factores que han alimentado el conflicto armado, como el narcotráfico y demás actividades criminales que han financiado la guerra por décadas.