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El 2020 fue particularmente malo para todo el mundo debido a la pandemia de la covid-19. En el plano local todos sufrimos las consecuencias de la emergencia sanitaria, y aún algunos sectores no logran arrancar, de nuevo, de manera satisfactoria. Recuperar, al menos, las cifras prepandemia se ha vuelto un desafío difícil de alcanzar en numerosos aspectos, como el empleo, por ejemplo. El aeropuerto La Nubia de Manizales, que estuvo cerrado durante buena parte del año pasado y que durante el 2021 ha ido avanzando hacia la normalidad, todavía funciona a media marcha. El lastre de la emergencia lo sigue afectando.
No obstante, si vemos las operaciones de los demás aeropuertos del país y del mundo, en general, ya todo se mueve sin obstáculos y mientras que se cumplan los protocolos de bioseguridad los números de vuelos diarios ya están en niveles de antes de la pandemia. Es muy necesario, por ello, lo que actualmente hace Inficaldas (dueña del terminal aéreo) para impulsar un plan de mercadeo y el acceso de acompañantes a las instalaciones de La Nubia y tratar de normalizar el dinamismo del comercio del lugar.
No obstante, falta velocidad. De siete vuelos que tenía Avianca, por ejemplo, antes de la pandemia, hoy apenas estamos en dos, lo que le resta mucha dinámica a la terminal aérea manizaleña. Con Easyfly el asunto es peor, pues redujo a una sola frecuencia a Bogotá y dos a Medellín, con lo cual las opciones de conexión con la capital son escasas.
Prácticamente, La Nubia solo funciona a medio tiempo, únicamente en las mañanas, y de esta manera se impide que quien viaje temprano a Bogotá, por ejemplo, pueda regresar el mismo día en la tarde. A los ejecutivos que lo requieren no les queda más remedio que perder tiempo y dinero pernoctando fuera de su casa, solo porque en Manizales su pista sigue en cuarentena.
Según Inficaldas, al cierre del 30 de septiembre, se tenía un déficit de $1.211 millones 543 mil 135, debido a las consecuencias de las restricciones por la emergencia. Ya es momento de remar con determinación para vencer ese faltante y lograr que la actividad del aeropuerto no solo sea sostenible, sino que incluso reporte utilidades. Falta todavía mucho para que funcione Aerocafé, por lo que La Nubia debe operar eficientemente durante el tiempo que le queda y ayudar a que las actividades en el nuevo terminal, cuando comiencen, traigan una inercia que le dé mayor impulso a la dinámica en la nueva pista.
En esto es necesario que no solo Inficaldas tramite ante las aerolíneas la posibilidad de ampliar las frecuencias y usar hasta más tarde el aeropuerto, sino que los mismos usuarios deben ser más exigentes con las empresas aéreas para que ofrezcan más opciones. Si, al menos, por ahora, se tuviera un vuelo al final de la tarde se lograría un gran avance. No hacerlo afecta de manera seria la competitividad de la ciudad, que tiene en la baja cantidad de pasajeros movilizados por vía aérea uno de sus talones de Aquiles. La Nubia tiene que volver a alzar vuelo.