Fecha Publicación - Hora

Chile tendrá una nueva constitución y ya están seleccionadas las 155 personas que se encargarán de redactarla. En las elecciones del pasado domingo los independientes resultaron ganadores, al dar la gran sorpresa con 48 asientos en la convención que se instalará a finales de junio. Los partidos de oposición de centro y de izquierda alcanzaron 53 cupos, lo que también los deja con ventaja para influir en el texto de la nueva carta. 
 La gran derrota fue para los conservadores del oficialismo, que aseguraron solo 37 asientos, mientras que los restantes 17 cupos son para pueblos indígenas, de acuerdo con lo establecido en las reglas de juego. En general, los partidos tradicionales fueron los grandes perdedores, y es entendible que así sea, ya que la mayoría de los chilenos los ven como los responsables de la crisis del país. El hecho de que solo el 43% haya salido a votar demuestra la desazón general de los chilenos por la política.
 En el segmento de los independientes hay de todo; no puede decirse que esas personas sean de izquierda, centro o derecha, ya que incluso la mayoría se presentó como apolítica. Son voces espontáneas que surgieron del estallido social de finales del 2019, y que lograron consolidar sus nombres para convertirse en constituyentes. Es evidente que hay una pluralidad de representantes del pueblo que enriquecerán los debates alrededor de los distintos temas que serán abordados. Otro hito fundamental es que esta será la primera constitución que contará con un 50% de mujeres en la tarea de redacción, varias abiertamente feministas.
 Un punto clave es que al ser minoritaria la presencia de la derecha, seguramente quedará muy poco o nada de la constitución vigente hasta ahora, elaborada durante el régimen de Augusto Pinochet. Los académicos, ecologistas, feministas, profesionales, artistas y líderes indígenas, entre otros, que fueron elegidos, darán a luz seguramente a un documento que se convertirá en paradigma para otras naciones del mundo que busquen fortalecer su democracia. Los derechos sociales y ambientales serán el foco de las discusiones más complicadas.
 Este ejercicio político ayudará, seguramente, a que el levantamiento popular de hace dos años se transforme en un nuevo punto de partida, en el que otros actores políticos ayuden a la conformación de un país más progresista, en el que los radicalismos de izquierda y derecha se diluyan para dar campo a expresiones que puedan dialogar y llegar a acuerdos equilibrados. Los ojos del mundo estarán puestos en Chile durante los próximos meses y hasta mitad del 2022, para ver cómo se desenvuelve esta experiencia. Al final, el texto deberá ser refrendado en plebiscito.

En Colombia, donde se viven hoy episodios parecidos a los chilenos de hace dos años, las cosas deben ser vistas de una manera distinta, aunque con un objetivo similar de vencer las polarizaciones y darle mayor representación a voces independientes orientadas a mejorar las condiciones del país. Colombia cuenta desde hace 30 años con una constitución moderna y garantista de derechos, por lo que en lugar de pensar en constituyentes hay que avanzar en aplicar todo lo mandado por esa carta magna. Así podría avanzarse hacia los cambios estructurales que necesita el país en diversas áreas.