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Hace poco más de 10 años la situación del Hospital Infantil de la Cruz Roja, una institución que ha sido valorada por los manizaleños como patrimonio de la ciudad, era de tal manera caótica que estuvo a muy poco de tener que ser cerrado ante el grave problema financiero con el que cargaba. Para esa época tenía una cartera cercana a los $10 mil millones, debido a que muchas EPS no le pagaban por sus servicios a tiempo. Incluso muchos de esos dineros nunca pudieron recuperarse. Por eso, en ese momento la válvula de escape fue el cierre de las urgencias pediátricas, que se habían convertido en una vena abierta sin posibilidades de curación. 
Hoy, por fortuna, la realidad es bastante diferente, gracias a una estrategia que combinó austeridad en el gasto y un modelo de alquiler de espacios a diversidad de servicios privados, la mayoría con enfoque en especializaciones pediátricas. Eso convierte al Hospital Infantil, con 85 años de historia, en un referente nacional de cómo hacer sustentable una entidad de salud como esta, en medio de un sistema que presenta muchas falencias, en donde las instituciones prestadoras soportan la responsabilidad de atender a los ciudadanos, a riesgo de que las EPS se demoren en cancelar o no paguen los servicios contratados.
En su momento fue clave que la administración del centro asistencial hiciera alianzas con terceros para que se encargaran por su cuenta de la unidad de cuidados intensivos (UCI) y que empezaran a suministrar otros servicios, como Oncólogos de Occidente, para que paso a paso empezara a quedar atrás el lastre que amenazaba con su sobrevivencia. La paciencia de los empleados también vital durante esa coyuntura, ya que fueron comprensivos en el momento en que los salarios no llegaban a tiempo, y muchas puertas se le cerraban al hospital por proveedores que se negaron a entregar suministros. La UCI volvió a ser manejada directamente por el Hospital al 100%.
El personal directo del centro asistencial está cada vez más capacitado para asumir los distintos retos, con especialidades y subespecialidades que permiten ampliar la cobertura, y hasta ofrecer servicios de medicina prepagada y la atención a pacientes que pagan otro tipo de pólizas para la atención en salud. Tales iniciativas permiten que la situación financiera pueda afrontarse en mejores condiciones ahora, y que las afugias del pasado estén lejanas de regresar. 
Aunque no puede asegurarse que el futuro está despejado, ya que aún hoy se tiene una cartera acumulada significativa y los ingresos se invierten en el funcionamiento y en la mejora de los servicios, el presente es muy favorable. Ahora bien, al ser una institución privada sin ánimo de lucro, la posibilidad de que siga creciendo y adecuándose a las necesidades de los caldenses es real, y por eso celebramos su recuperación y auguramos que en el porvenir logre consolidar cada vez una mejor atención para los niños de toda la región.
 
Si actualmente hay allí numerosas especialidades pediátricas es legítimo aspirar a que se mantenga esa dirección y cada vez haya más opciones de alta calidad para las familias de la región, así como de lugares tan distantes como San Andrés, Caquetá, Huila, Cundinamarca, Antioquia y Santander que son usuarios crecientes del Hospital Infantil.