Fecha Publicación - Hora

El derrumbe de tierra del barrio La Esneda de Dosquebradas (Risaralda), en la orilla norte (margen derecha) del río Otún, causó en la madrugada del martes la muerte de 16 personas, 3 desaparecidas y cerca de 30 lesionadas. Entre las víctimas fatales se cuenta al manizaleño Geovanny Sánchez Gallo, que estuvo varias horas como no identificado. La emergencia se desencadenó tras un amanecer en el que cayeron 93 milímetros de lluvia en la zona, una cifra que se precipita en 15 días en condiciones normales. Si esto se suma al estado de un viejo canal de aguas sin mantenimiento en la parte alta del talud, el desenlace era previsible.
Esta emergencia nos remite a lo ocurrido entre el 18 y el 19 de abril del 2017, cuando en Manizales las precipitaciones llegaron a cerca de 150 milímetros de lluvia en unas 6 horas (la lluvia de todo un mes, normalmente), lo que ocasionó numerosos derrumbes en la ciudad, en los que murieron 17 personas. No se tienen registros anteriores de lluvias más copiosas en la ciudad en tan poco tiempo, algo parecido a lo que ocurrió el pasado martes entre Dosquebradas y Pereira.
Lo peor es que el fenómeno climático coincide con condiciones geológicas que facilitan los deslizamientos de tierra, y con la existencia de asentamientos humanos que se caracterizan por viviendas frágiles, propias de invasiones, en los que la vulnerabilidad es mayor. De estos aspectos ambientales y sociales hay toda clase de estudios y análisis que enfatizan en los riesgos de habitar esos lugares, pero la necesidad de un techo lleva a muchos a exponerse y la inacción de las autoridades permite que se pongan en peligro miles de vidas allí.
Como prueba contundente de esta situación está que el 5 de octubre de 1976, en un lugar cercano a La Esneda, donde existía un caserío llamado barrio Risaralda, se produjo un derrumbe similar en el que murieron 71 personas. En aquel momento se tomó la decisión de desalojar el lugar y trasladar a los sobrevivientes al sector de Cuba, en Pereira, donde se fundó con ellos el actual barrio 5 de Octubre. Hay evidencias claras de que la ladera norte del río Otún (Dosquebradas) es muy deleznable, por ser suelos conformados, principalmente, por depósitos volcánicos.
No obstante, es claro que en toda esta zona de la región andina se combina el fenómeno de suelos inestables, fallas geológicas y asentamientos humanos en lugares de riesgo. Con la profundización progresiva del cambio climático, que genera situaciones extremas de precipitaciones excesivas en poco tiempo, como en los casos anotados, la vulnerabilidad se incrementa.

Es verdad que en el caso de Manizales las obras de contención ejecutadas primero por Cramsa y luego por Corpocaldas, así el programa de Guardianas de la ladera, han permitido mitigar bastante las consecuencias de los aguaceros. Sin embargo, falta mucho aún en prevención, en compromiso de las autoridades para reubicar familias en riesgo y en toma de conciencia de las comunidades para no exponer sus vidas en lugares evidentemente peligrosos. Siempre que ocurren este tipo de hechos se llega a la conclusión de que fue una tragedia que pudo evitarse.