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A partir de la semana que comienza, toda persona en Francia que participe en eventos en teatros, cines y otras actividades culturales de más de 50 asistentes debe estar vacunada contra la covid-19. Así mismo, desde el 1 de agosto el llamado pasaporte sanitario será obligatorio en ese país para ingresar a restaurantes, bares, cafés, centros comerciales, trenes y aviones, como también ocurre en Italia y Grecia, con algunas variantes en su aplicación. En Polonia y el Reino Unido la obligatoriedad se anuncia a partir de octubre.
Las visitas a residencias de ancianos, clínicas y hospitales también exigirán el mismo requisito. Además, ningún trabajador del sector sanitario podrá laborar después del 15 de septiembre próximo si no está vacunado. El presidente francés, Emmanuel Macron, anunció que después de esa fecha serán sancionados. La libertad de elección en un caso tan complejo y exigente como esta pandemia pasa a un segundo plano.

Para algunos esta es una decisión exagerada, pero al tratarse de un asunto de interés general en el que está en juego la salud pública, resultan medidas muy pertinentes. Cuando hay la posibilidad real de mantener controlada la pandemia por medio del autocuidado y la vacunación es insensato que toda una sociedad corra riesgos en su vuelta a la normalidad por culpa de unos pocos. 

Establecer este tipo de condiciones es el camino correcto; de otra manera sería muy lejano el horizonte para alcanzar la inmunidad de rebaño. Además, tiene mucho sentido que en el actual escenario, con el avance en la vacunación, las restricciones no deben ser para todos, sino para aquellos que por inmadurez, falta de civismo o raras teorías alejadas de las evidencias científicas se convierten en factores negativos para la salud de todos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió acerca de los riesgos de la variante Delta, frente a la cual no puede haber descuidos. Sería insensato que el trabajo desarrollado durante estos meses se pierda por no asumir las decisiones correctas. En el caso de Francia la vacunación completa alcanza el 40%; en países como Colombia gravitamos en la mitad de esa estadística, pero es clave tomar su ejemplo para acortar el camino.

 En Francia las piedras en el zapato, desde el punto de vista político, coinciden con los extremistas de derecha (Marine Le Pen) y de Izquierda (Jean Luc Mélenchon). Podría pensarse que en Colombia este tipo de dificultades no se darían, y que, por el contrario, alcanzar la inmunidad de rebaño podría tener un acceso más fácil. Solo resta que fluyan los biológicos a la velocidad adecuada, y que todas las estrategias apunten a evitar nuevos picos de contagios. Ese será el camino para la recuperación económica que permita superar, por fin, esta compleja emergencia.
En los Estados Unidos el 99% de los muertos actuales por el virus son personas que no estaban vacunadas, y en Colombia el 70% de quienes están hospitalizados en UCI , pudíéndose vacunar no lo hicieron. Resistirse a la vacuna es grave.

Los procesos de vacunación en las empresas ayudan a que se avance más rápido, y con ello se puede acelerar el ritmo de las actividades. Incluso, sería importante que se empezara a vacunar pronto a las personas más jóvenes.