Fecha Publicación - Hora

Esta semana se volvió a encender el conflicto entre israelíes y palestinos en el Oriente Medio, donde militantes de Hamas en la Franja de Gaza y el ejército de Israel intercambian ataques, que han terminado con decenas de muertos, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad palestino. La semilla de la reactivación de las confrontaciones entre estos dos pueblos es el posible desalojo de varias familias palestinas de sus hogares en el barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén, como lo anunciaron las autoridades israelíes.
 El fantasma del odio que desde hace varias generaciones acompaña a esta región del mundo vuelve a estar a flor de piel, debido a que, pese a numerosos intentos por superar ese conflicto, no ha sido posible acercar las posiciones y lograr la paz. Es una herida que permanece abierta y que en lugar de dar señales de sanarse, cada vez es más dolorosa. Hasta ayer se contabilizaban, por lo menos, 48 muertos, de los cuales 43 eran palestinos en Gaza (algunos de ellos líderes de Hamas) y 5 en el lado de Israel, país liderado por el polémico Benjamin Netanyahu.
 Como tantos otros conflictos en el mundo, este tiene un origen territorial, pero la característica de la situación en este caso es que el derramamiento de sangre es permanente, lo cual ocurre desde hace más de un siglo, desde cuando vienen los choques entre judíos y árabes por la tierra entre el río Jordán y el mar Mediterráneo.
 Desde 1948, cuando se creó el estado de Israel, las cosas han empeorado, porque los palestinos terminaron expulsados de una región ligada a su origen. Inclusive Jerusalén tiene lugares que son sagrados no solo para los judíos, sino también para los musulmanes y cristianos. En la década de los 90, con la ayuda de Noruega y Estados Unidos, hubo acercamientos importantes, pero los radicales de lado y lado terminaron impidiendo que se firmara la paz. Hablar de igualdad de derechos y de seguridad suena allí subversivo para muchos.
 En medio de estos intereses se han dado toda clase de acciones en contra del Derecho Internacional, y los crecientes asentamientos para judíos en tierras ocupadas por palestinos han derivado en un conflicto en alza, que fue avivado durante el gobierno de Donald Trump, en los Estados Unidos. Una chispa en este ambiente crispado surgió durante la celebración del Ramadán en la mezquita de Al-Aqsa, en la ciudad vieja de Jerusalén (tercer lugar sagrado al lado de La Meca y Medina para los musulmanes), cuando el ejército israelí atacó a los palestinos con gas pimienta y granadas aturdidoras. La respuesta de Hamas, con cohetes hacia Jerusalén, apareció pronto.

Destrucción y muerte es lo que queda de los nuevos enfrentamientos, en los que la respuesta aérea israelí ha sido contundente. Todo esto solo conduce a ampliar las distancias entre los dos pueblos y a que las diferencias se profundicen más. En medio de lo que ocurre hoy en Colombia, lo que pasa en Israel nos enseña que cuando se alimentan la desconfianza y el miedo, se hace más difícil dejar atrás los conflictos y salir de la guerra se vuelve casi imposible.