Termina hoy la edición 52 del Festival Internacional de Teatro de Manizales. Este año fue una fiesta distinta por cuenta de la pandemia de covid-19. Las calles de la ciudad no pudieron estar adornadas por el colorido de los trajes de los artistas, ni se vivió la magia de la creatividad en lugares públicos, lo cual realmente se extraña. Tampoco fue posible vivir el momento alucinante de ir a los escenarios tradicionales en busca de una silla para disfrutar, en medio de los demás espectadores, de las emociones que transmite el arte de las tablas y que nos lleva tantas veces a reflexionar sobre nuestras vidas y las de otros.
Fue una fiesta distinta en la que, sin embargo, desde cualquier lugar fue posible disfrutar de la programación haciendo uso de aparatos electrónicos. Miles de amantes del arte, no solo en Manizales, sino en todo el mundo, vivieron una edición más de la gran fiesta de la cultura que tiene como epicentro cada año a nuestra ciudad. La página web del Festival resultó bastante provocadora desde el clic inicial, cuando desde los confines del universo se viaja a una mayor velocidad que la luz hacia esa ciudad minimalista en la que otro clic nos conduce a los diferentes lugares en que se vivió la experiencia teatral en el Manizales del ciberespacio.
Curiosa fecha la del martes para comenzar el Festival de este año, pero desde ahí comenzó la ensoñación de este año, porque el 6 de octubre nos trasladó al momento inicial del telón que comenzó a subir hace más de medio siglo. Fue en aquella ocasión de 1968 cuando surgió ambiciosa esta expresión internacional que en aquel momento contó con la presencia del gran poeta de América, el chileno Pablo Neruda. Así, aunque no tuvimos la gran velada inaugural de cada año, que abarrota el Teatro Los Fundadores, la fecha de inicio nos llevó a experimentar un recorrido mental por todos esos momentos que el Festival nos ha regalado.
Para muchos fue una gran sorpresa vivir otro tipo de experiencias transmediales como el teatro por Whatsapp o el telefónico y otros lenguajes no tradicionales en los que incursionan avezados creadores para llevar su arte a los públicos, que también están cada vez más dispuestos a innovar en la manera de vivir la cultura. Estas y otras plataformas digitales permitieron, así mismo, la realización de talleres a los que se conectaron miles de amantes del teatro en todo el planeta; y hasta fue posible recorrer el Museo de Arte Virtual de Caldas.
Con todo eso, la savia de ese teatro tradicional de las grandes compañías con enormes montajes sobre la tramoya no estuvo ausente. La única diferencia fue que en esta ocasión las cámaras de video captaron otras sensaciones y las llevaron a públicos que aprendieron a sentir el teatro desde las pantallas. Desde Europa y desde distintos lugares de América llegaron a Manizales por los conductos de internet todas esas puestas en escena de siempre, solo que de manera diferente. Se demostró que, pese a la amenaza de la peste, el teatro se empeña en vivir y ser más vital que nunca.