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El pasado 26 de mayo terminó en Davos (Suiza) el tradicional Foro Económico Mundial, que luego de dos años volvió a la presencialidad. Los más importantes líderes de la economía hablaron alrededor de los desafíos globales, tomando en cuenta las graves consecuencias de la invasión rusa a Ucrania, sin poder encontrar soluciones claras al reto que plantea la crisis alimentaria derivada de ese conflicto.
Cuando todavía el mundo no se repone de las consecuencias de la pandemia de covid-19 la guerra en Ucrania le agrega un ingrediente más, con graves efectos políticos, económicos, ambientales y de salud. La inflación que afecta al mundo entero y la crisis energética tienen en vilo el comportamiento de la economía, al punto que se tienen preocupaciones acerca de la posibilidad de una recesión mundial. No obstante, el FMI tiene la confianza de que el crecimiento económico será este 2022 del 3,6%.
Si bien las mayores afectaciones las sufrirán los países de África, Oriente Medio y Asia, que dependen del trigo, la cebada y el aceite de girasol producidos en Ucrania, y los cuales han sido destruidos por los rusos, los efectos globales también se van a sentir en América Latina, por vía del alto costo de los alimentos, e incluso por la escasez de muchos de ellos, lo que tendrá repercusiones negativas de todo tipo. La afectación en la producción de fertilizantes que son usados en todo el planeta puede tener impactos devastadores para la agricultura mundial.
Durante la anterior cumbre presencial en Davos, en el 2020, se empezó a reflexionar acerca de las necesarias transformaciones que debe hacerse al capitalismo, discusión que quedó en suspenso y que, bajo el nuevo panorama global, se mantiene como un debate pendiente, aunque necesario. La amenaza de recesión mundial en unos meses, debido a la realidad que se afronta, obliga a que pronto se recupere la importancia de esa discusión, para avanzar hacia un modelo más verde y sostenido.
Sin embargo, una de las principales conclusiones de Davos es que, siendo realistas, lo primero será tratar de garantizar seguridad alimentaria y mantener firme la economía, así en el actual panorama de crisis energética sea necesario regresar al uso del carbón, por ejemplo, lo que significaría un retroceso en la lucha contra el cambio climático. Los expertos, reunidos durante una semana en este paraje suizo, coincidieron en señalar que la inflación, crisis energética, crisis alimentaria y crisis climática constituyen una especie de tormenta perfecta que el mundo tiene que enfrentar con mucha cautela, tratando de acelerar la recuperación. Entre los posibles remedios anotados están mayores impuestos para los más ricos, semanas laborales más cortas y observación y control a los criptoactivos.
El presidente Iván Duque cubrió una intensa agenda durante el evento, para hablar acerca de asuntos ambientales y de tecnología, que ojalá rinda frutos en el futuro y se conviertan para Colombia en alternativas de desarrollo y protección ante la innegable crisis global. Hoy se habla de la peor crisis desde la época de la posguerra, a mediados del siglo pasado, y ante eso nuestro país, como el resto del mundo, tiene enormes desafíos en materia de crecimiento económico y cierre de brechas de desigualdad en los ingresos.