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Después de la desatinada propuesta de “perdón social” que hizo el candidato presidencial del Pacto Histórico, Gustavo Petro, en plena Semana Santa, se han conocido varias situaciones adicionales que empañan su campaña, como que la aspirante a la Vicepresidencia, Francia Márquez, haya recibido subsidios del Estado pese a no cumplir los requisitos para recibirlos, o que la senadora electa Piedad Córdoba se haya reunido, supuestamente, con delincuentes para prometerles que recibirán beneficios en una eventual presidencia del líder de la Colombia Humana.
Son escándalos suficientes para que un aspirante a tan importante cargo sienta un fuerte rechazo en la opinión pública y que su candidatura se frene ante la imposibilidad de ofrecer explicaciones coherentes. Si a eso se suma que desde Venezuela el líder chavista Diosdado Cabello asegura que Petro buscó a Hugo Chávez en el pasado para tramitar financiación a sus actividades políticas, y que si bien el llamado “Pollo” Carvajal, exgeneral venezolano detenido en España por narcotráfico, evitó referirse al candidato colombiano en ese sentido, sí trascendió que sabría acerca de dicha financiación.
Pese a tantos casos difíciles de explicar para el candidato, lo extraño es que en la encuesta revelada el viernes por el Centro Nacional de Consultoría, para la revista Semana, Petro en lugar de bajar suba en intención de voto del 36,5% el 31 de marzo a 38%, como si en verdad gozara del llamado “Efecto teflón”, en un momento tan crítico para el país. Lo más complejo es que, según la misma encuesta, en la segunda vuelta, ante cualquiera de sus contendores, también resultaría vencedor con amplia ventaja. El candidato que más se le acerca es Federico Gutiérrez, del Equipo por Colombia, que en primera vuelta lograría el 23,8% (menos que el 24,5% del 31 de marzo) y en segunda vuelta subiría al 36,9%.
Esta es, sin duda, una campaña de contrastes, en la que pese a la gravedad de las acusaciones contra la senadora electa Córdoba, y tantas evidencias en su contra, parece bastar que Petro le pida que se retire del ejercicio de campaña hasta tanto pueda aclarar los señalamientos. El hecho de que se hubiera reunido con tres extraditables para solicitar financiación para la campaña a la Presidencia, tendría efectos concretos.
Causa terror el solo pensar en que José Leonardo Muñoz Martínez, alias Douglas, antiguo jefe de la Oficina de Envigado; Juan José Valencia, alias Andrea, el brazo financiero del Clan del Golfo; y John Freddy Zapata, alias Messi, también perteneciente al Clan del Golfo, pudieran ser aportantes de una campaña política.

Colombia necesita un presidente que no tenga la más mínima mancha de corrupción y de relación con grupos criminales. Los colombianos tenemos la responsabilidad de reflexionar a fondo antes de depositar sus votos el próximo 29 de mayo, y escoger entre las opciones que se tienen a quienes realmente garanticen que el país puede cambiar para mejorar, no para hacer las cosas peores. Sería muy grave que nos equivoquemos en un asunto tan fundamental para el futuro de Colombia.