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Está bien que la Alcaldía de Manizales se comprometa a mantener en funcionamiento el programa de Guardianas de la ladera, que tantos beneficios trae para la prevención de riesgos de deslizamiento de tierra en toda la ciudad. No obstante, es una lástima que haya estado sin funcionar desde hace 10 meses y que se presentaran desacuerdos de financiación entre la Administración Municipal y Corpocaldas, ya que esta es una iniciativa en la que todos deberíamos identificarnos acerca de sus impactos positivos no solo desde la prevención, sino del aporte social que significa.
 Hasta enero pasado el programa dependía de un convenio con la fundación Fesco, pero luego pasó a ser Corpocaldas el encargado, mediante contrato de obra pública. Su financiación hasta el año pasado se hizo por medio de una sobretasa ambiental del 2,5%, que se paga con el Impuesto Predial y que a partir de este año volvió al 2% original, lo que significó un descenso en los recursos para su sostenimiento. Por ley, Corpocaldas debe destinar el 1,5% a obras en todo Caldas. De acuerdo con el alcalde, Carlos Mario Marín, no se tramitó un nuevo reajuste de la sobretasa porque el año no era propicio para seguir cobrando ese 0,5% adicional a los manizaleños.
 Ahora bien, la falta de recursos no solo significó perjudicar los ingresos de 100 mujeres cabeza de hogar que hacían el trabajo de campo, limpiando canales y ejecutando el mantenimiento a las 1.100 obras de mitigación del riesgo que hay en Manizales, sino que se generó incertidumbre acerca de su continuación. En ese sentido, es buena la noticia acerca de que la Alcaldía asumirá el costo del programa para poder seguir su ejecución durante el 2021, lo cual asciende a unos $3 mil millones.
 Sin embargo, también es verdad que esa sobretasa no es un cobro excesivo, ni resulta oneroso para quienes la han pagado. Es una mínima contribución, un aporte pequeño de los manizaleños que se ha visto reflejado en tranquilidad para todos. Sería conveniente que el alcalde retomara el esquema de financiación, para que se le dé continuidad y no se ponga en riesgo su ejecución en el futuro, ya que esta iniciativa debe considerarse vital y prioritaria, sin posibilidad de que sea interrumpida en algún momento, menos cuando estamos en pleno fenómeno de La Niña, que se podría extender durante el primer semestre del próximo año.

 Manizales, debido a los múltiples problemas sufridos con deslizamientos de tierra en las décadas finales del siglo XX, en los que murieron decenas de personas y cientos resultaron damnificadas, asumió seriamente el compromiso de ejecutar obras de estabilidad de terrenos que han permitido bajar la incidencia de las lluvias en desastres que antes eran numerosos. En abril del 2017 vivimos una tragedia debido a un aguacero de proporciones descomunales, la cual no fue peor gracias a programas como el de Guardianas de la ladera. Si la actual administración está tan comprometida con políticas verdes, esta debe ser una de ellas, ya que tiene relación directa con la adaptación al Cambio Climático.