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El pasado jueves, a instancias del padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, ocurrió el primer encuentro entre excomandantes de los dos principales grupos criminales que protagonizaron los hechos más sangrientos del conflicto armado colombiano a finales del siglo pasado y comienzos del actual: Rodrigo Londoño (Timochenko), exjefe de las Farc, y Salvatore Mancuso, excabecilla de las AUC. Esta primera reunión, que ocurrió de manera virtual, fue un paso significativo hacia el esclarecimiento de la verdad de lo ocurrido en décadas de guerra. Quedó pactado que el próximo 21 de abril se dará otro cara a cara entre Mancuso y Londoño, con el que comenzarán a profundizar en diversos hechos execrables del conflicto, en los que ellos participaron de manera directa causando miles de víctimas que hoy esperan saber las verdades de lo ocurrido. Londoño, desde Colombia, y Mancuso, desde una cárcel en Giorgia (Estados Unidos), avanzarán en una conversación que, sin duda, arrojará elementos valiosos para establecer responsables directos e indirectos de los hechos violentos que ejecutaron los hombres a su mando.
 Es muy importante la advertencia del sacerdote De Roux en el sentido de que ese espacio tiene que ser para que las víctimas puedan satisfacer su necesidad de verdad. “Mostrar la inmensa deuda que ustedes y todos los demás actores del conflicto, el Estado y los colombianos tenemos con las víctimas”, les dijo con claridad. Resulta esperanzador escuchar a quienes fueran enemigos a muerte tratarse con respeto, admitir que en el conflicto se cometieron crímenes de lesa humanidad, y manifestar que su interés actual es que las víctimas sean compensadas. Hay que valorar también la entrevista que en días pasados el presidente Iván Duque con Londoño, lo que constituye una actitud proactiva hacia la paz.
 El solo hecho de que la reunión de Londoño y Mancuso se haga, que pueda ser extendida en el tiempo y que se busque con ello una reconciliación, justifica que se haya firmado el acuerdo de paz con las Farc, y que miles de hombres y mujeres que estuvieron alzados en armas estén construyendo ahora nuevos proyectos de vida. Lentamente también los excomandantes de las Farc han ido aceptando su responsabilidad en los secuestros, atentados y otros crímenes de guerra que la Justicia Especial para la Paz (JEP) debe castigar próximamente.
 Es clave que ahora también quienes estuvieron al frente de los grupos paramilitares hagan lo propio. Sería bueno que en la próxima reunión se concretara la participación de otros exjefes guerrilleros y exparamilitares, que aporten seriamente a la verdad. Igualmente, resulta fundamental que las voces de las víctimas puedan ser escuchadas y que sus preguntas se contesten de manera clara, precisa y respetuosa. Que este escenario conduzca, realmente, a la reconciliación que se necesita entre los colombianos.
En ese mismo sentido es importante que la semana pasada el expresidente Juan Manuel Santos también haya comparecido ante la Comisión de la Verdad, y ojalá así lo hagan todos los altos exfuncionarios, militares retirados, empresarios y demás ciudadanos que tengan algo valioso qué decir con respecto al esclarecimiento de lo que ocurrió en los peores años del conflicto armado. Evidentemente, esa no es una instancia judicial, sino que se trata solo de versiones y puntos de vista que tendrán que ser contrastados para establecer su valor real, pero lo clave es que las víctimas puedan ir encontrando ese sosiego que tanto han buscado.