Cuando el Reino Unido comenzó la semana pasada el proceso de vacunación de su población, con un plan realmente ambicioso para atacar de lleno la covid-19, en Colombia lo previsto es que las personas menores de 60 años sin comorbilidades y que no pertenezcan al gremio médico esperen hasta el 2022 para poder acceder a la inmunización. Eso implica que en las distintas actividades sociales y productivas tengan que mantenerse restricciones que en otros países serán superadas más rápido.
Esa es, sin duda, una mala noticia para nuestro país y justifica las críticas que se le vienen formulando al Gobierno Nacional por no hacer con suficiente celeridad las gestiones necesarias para asegurar la adquisición del mayor número posible de vacunas en el corto plazo. Como están las cosas, solo el 30% de los colombianos será vacunado durante el 2021, lo que es a todas luces insuficiente. Como se dice popularmente, parece que el Ejecutivo se durmió en los laureles, mientras que la gran mayoría de países de América Latina ya tienen planes que les permitirá salir más rápidamente de la emergencia sanitaria.
Colombia parece haberse limitado a cubrir esta necesidad con el mecanismo multilateral COVAX, que le permite acceder a vacunas para unas 10 millones de personas, con una inversión de 211 millones de dólares (unos $625 mil millones). Las negociaciones directas con los distintos laboratorios que ya tienen vacunas en distribución están rezagadas, y en ese sentido no hay seguridad de dónde saldrán las supuestas 40 millones de dosis (dos por cada persona) que pretende aplicar en el 2021. En realidad, el esfuerzo que se requiere es negociar las 100 millones de dosis que se necesitan para proteger al total de los colombianos.
El Gobierno Nacional, que ha asegurado que aplicará la vacuna de manera gratuita, debería poner todos sus esfuerzos para acelerar ese proceso y evitar que tengamos que extender las restricciones hasta el 2022. Como Colombia apenas recibiría las primeras vacunas del COVAX en la segunda mitad del año entrante podría terminar siendo muy costoso no haber invertido más dinero desde ahora para tener en el país, por ejemplo, la vacuna de Pfizer-BioNTech, que puede valer el doble, es verdad, pero en esto también hay que pensar en el costo de oportunidad.
De hecho, antes de que termine el 2020, en México y en Brasil, que son los países más poblados de Latinoamérica, comenzará la vacunación para la gran mayoría de sus habitantes. México, de hecho, planea aplicar el medicamento a 10 millones de personas cada mes. Chile ya tiene 84 millones de dosis negociadas de manera directa; por igual camino avanzan Argentina, Perú, Ecuador, Costa Rica y Panamá. Hasta Venezuela nos tomó la delantera en esto.
Si Colombia siguiera los pasos de los mexicanos (que no solo tiene negociaciones con Pfizer-BioNTech y AstraZeneca, sino también con la china CanSino y la rusa Gamaleya), en el primer semestre del 2021 todos estaríamos inmunizados. Si el asunto es de costos, tal vez podría asegurar vacunas de AstraZeneca, cuya dosis costará solo 2,8 dólares (unos $10 mil). No puede haber tanta pasividad en un asunto tan importante para el futuro del país.