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Este mes de paro ha sido traumático para la economía colombiana. Las pérdidas estarían por encima de los $20 billones, de acuerdo con información oficial. Un punto neurálgico de esta realidad son los bloqueos de las vías en el Valle del Cauca, que han impedido que el puerto de Buenaventura funcione adecuadamente y que implica que unas 600 mil toneladas de carga estén represadas allí o que no hayan podido embarcarse hacia el resto del mundo porque los camiones están atrapados en las carreteras.

 El pasado miércoles el presidente Iván Duque estuvo en el puerto sobre el Pacífico, con el propósito de hallar salidas, pero hasta ayer no había soluciones concretas y efectivas, e incluso gran parte de la carga que llega desde el sur del continente se ha tenido que desplazar hacia la Costa Atlántica, por medio del Canal de Panamá, llegando a saturar las operaciones en el puerto de Barranquilla, y encareciendo el procedimiento logístico. El perjuicio para el sector productivo es evidente y con posibilidades de empeorar si los bloqueos en las vías continúan.

 Las caravanas de carga, custodiadas por la fuerza pública, han funcionado de manera parcial. En diversos puntos en el trayecto entre Buenaventura y Buga han surgido ataques a los vehículos, los que no han hecho sencilla la estrategia de las caravanas y han terminado en nuevos hechos violentos. Solo cuando se tenga un despeje total podrá decirse que la situación tiende a normalizarse, y se necesita que los acuerdos entre el Gobierno y los manifestantes sobre ese punto específico funcionen. De lo contrario, se les dará a los políticos oportunistas la posibilidad de hacer retroceder lo avanzado.

 Aunque la fuerza pública ha realizado acciones para lograr el despeje, los mismos conductores de los camiones y propietarios de las empresas transportadoras manifiestan que no es posible normalizar las operaciones por temor a que surjan nuevas confrontaciones en las carreteras. Se calcula que en estos momentos se necesitan unos 15 mil vehículos de carga para sacar de Buenaventura las mercancías represadas, y hasta se necesitaría que el flujo sea constante las 24 horas durante varios días.

 Es importante que, en medio de esta coyuntura, se atiendan necesidades expresas de las comunidades de Buenaventura, que corresponden a una deuda histórica con el puerto. Eso no puede ser tratado como asunto pasajero, sino que debe obedecer a políticas consistentes y miradas de mediano y largo plazo. En el corto plazo es vital que el flujo de carga de entrada y salida fluya sin obstáculos, pero todos los demás asuntos sociales y económicos que tienen mayor profundidad necesita ejecuciones sin dilaciones. Es la única forma de generar confianza.

En el caso del Eje Cafetero y Caldas las afectaciones son múltiples para las empresas, lo que pone en riesgo muchos empleos. De manera concreta, el sector cafetero ya manifestó las afectaciones que se tienen al no poder ingresar al país insumos fundamentales para la fertilización y lucha contra las enfermedades y plagas en las plantaciones, los cuales son mayoritariamente importados. Eso podría dañar el panorama positivo que tiene el sector, y afectaría de forma grave a miles de cafeteros, la mayoría de ellos pequeños cultivadores que viven de lo que produce su pequeña parcela.