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Horror es la palabra que mejor describe lo sucedido en Ucrania, durante el fin de semana. Todo indica que en la ciudad ucraniana de Bucha ocurrió una masacre en la que cientos de habitantes de esa ciudad fueron ajusticiados sin clemencia por el ejército ruso, durante su retirada de la capital, Kiev. Los medios internacionales que visitaron Bucha para reportar la matanza, describieron la terrible escena como un cementerio al aire libre, en el que sería un grave crimen de guerra que exige la aplicación de fuertes sanciones al gobierno de Vladimir Putin.
El panorama hallado es desolador. Hasta 20 cadáveres en una sola calle, algunos desfigurados, otros con las manos y los pies atados con cintas blancas, y otros semienterrados en fosas comunes es el escenario de muerte que dejaron los rusos en su retirada en esta ciudad en las afueras de Kiev. Según el alcalde de esa población cerca de 300 civiles que fueron masacrados por los militares rusos ya fueron enterrados por la municipalidad en fosas comunes.
Lo peor es que el ejército invasor habría cometido crímenes similares en otras regiones ucranianas como Brovary, Járkov, Suma o Chernigiv. Como era de esperarse frente a un régimen mentiroso que antes de la invasión aseguró que Ucrania no tenía nada qué temer, ahora desde el Kremlin se afirma que esa situación no es real, y acusan a Ucrania de haber generado un montaje para señalar a los rusos de manera injusta. 
Las preocupaciones del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acerca de los alcances de la palabra de Putin con respecto a la retirada, son legítimas ante la manera brutal de actuar de sus tropas. La posibilidad de que la supuesta paz que se viene sea solo un nuevo engaño es real, y por eso Occidente tiene que estar atento a todo lo que viene ocurriendo. Es evidente que las sanciones económicas contra Rusia no son suficientes para frenar su actuar violento y que será necesario un mayor acompañamiento a Ucrania para superar la crisis actual.
Debe recordarse que durante el mes largo que completa la invasión las violaciones al Derecho Internacional Humanitario han sido múltiples. La Corte Penal Internacional debe actuar con contundencia. Hubo masacre de civiles, fueron atacados hospitales y misiones médicas, y tampoco fueron respetados los corredores humanitarios para los refugiados. Todos estos son crímenes repudiables que ameritan que la Comunidad Internacional actúe con todas sus herramientas legales y que incluso de obligue a Putin a reparar los daños causados a los ucranianos.

En medio de esta catástrofe humanitaria ocasionada por Rusia, hay que resaltar la resistencia ucraniana. Un ejemplo de ello es Irpín, una localidad que es hoy ejemplo de la resistencia ucraniana y de la derrota rusa. Las fuerzas de Putin lograron entrar allí pero no pudieron seguir adelante, y eso desgastó a los invasores hasta el punto de renunciar a seguir hacia Kiev. Como sea, es innegable que el desgaste fue mutuo y que Ucrania tiene ahora muchos más desafíos en el camino hacia la reconstrucción, no solo física sino moral.