Fecha Publicación - Hora

Desde el 2013 se cuenta en Colombia con una importante herramienta de prevención y de intervención en el caso de matoneo escolar. El Sistema Nacional de Convivencia Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar, considera entre sus elementos de acción los comités nacional, departamental, municipal y colegial de convivencia, con el objetivo de actuar para evitar este tipo de situaciones.
En Manizales, Villamaría y Chinchiná se han conocido en semanas recientes cinco casos que involucran este tipo de conductas en el interior de los colegios, sin importar si son públicos o privados, o si a ellos acuden niños y jóvenes provenientes de familias con suficientes recursos económicos o no. El hecho más reciente sucedió en una institución privada considerada de alto nivel académico y excelente convivencia, por lo que ha generado gran preocupación la violencia sufrida por un joven atacado por algunos compañeros.
En todos estos casos se evidencia que hay fallas en el conocimiento y aplicación de los protocolos establecidos en estas situaciones. Si bien, en primer lugar, la responsabilidad recae en los directivos de las instituciones educativas, que deben intervenir a tiempo para evitar las agresiones, o por lo menos reaccionar a tiempo para bloquear problemas mayores, como sociedad deberíamos conocer esos protocolos y ayudar a su aplicación y cumplimiento. Tienen razón quienes se preguntan: ¿… qué pasará con el trauma psicológico que lo acompañará de por vida, con el miedo de no poder sentirse protegido en uno de los sitios que más lo debería cuidar?
No siempre los directivos de las instituciones están dispuestos a aceptar que hay un problema, y que tal vez no se actuó a tiempo para evitar un mal desenlace. El estado de negación es un mal consejero en la búsqueda de soluciones. Por eso, hay que valorar que en la mayoría de las situaciones recientes se ha encontrado disposición para investigar los hechos y reforzar mensajes de prevención. Los padres de familia también deben tener una actitud proactiva hacia la prevención,el control y el remedio de los conflictos.
Ahora bien, ante hechos cumplidos, y en el marco del debido proceso, lo único que hay que hacer es aplicar los protocolos, cuyas rutas de atención están claramente determinadas dependiendo de que se trate de situaciones de agresiones Tipo 1, 2 o 3. Sin embargo, lo ideal sería poder llegar al conflicto antes de que estalle causando daños graves. Si bien, al parecer, después de la pandemia han aflorado problemas de salud mental que en muchos casos exigen intervenciones psicológicas o psiquiátricas, esa no es disculpa para tratar de normalizar violencias en ningún medio, menos en el ambiente escolar.

Ante esto, el llamado es a que los maestros estén muy atentos ante cualquier riesgo de agresión entre compañeros, no es difícil identificar a aquellos que son potencialmente agresores o agredidos, y el desafío es actuar pedagógicamente en la búsqueda de una sana convivencia. Un buen acompañamiento es fundamental, y también involucrar en las soluciones a aquellos que habitualmente son pasivos, para que ayuden a mantener el respeto entre todos.