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Es verdad que Caldas sigue estando entre las regiones con mejor seguridad en Colombia, pero también es verdad que un incremento de 30 homicidios el año pasado, con respecto al 2020, y 10 más con relación al 2019 (cuando no había pandemia) debe alentarnos a luchar por garantizar una mejor seguridad. El informe publicado ayer en este diario, acerca de esta situación, muestra un deterioro que no puede ignorarse, así haya la sensación de que aquí todo está relativamente tranquilo, al lado de otras regiones del país.
También preocupa que en municipios en los que no se tenían asesinatos desde hacía un tiempo, el año pasado hubieran alimentado las estadísticas de la violencia. De hecho, en los 27 municipios caldenses se registró, al menos, un asesinato el año pasado, algo que no ocurría desde hace tiempo. Además, la cifra de homicidios viene descendiendo desde comienzos de este siglo, cuando se alcanzaron cifras escalofriantes debido al conflicto armado interno, y tras una mejora constante durante casi dos décadas, el año pasado marcó un cambio, aunque leve, en esa tendencia.
Ahora bien, era previsible que después del 2020, el año más crítico de la pandemia de covid-19, los problemas de seguridad se reactivaran de manera crítica. La verdad es que en el 2021 se sintió esa presión, inclusive con numerosos casos absolutamente aberrantes, que dejaron aflorar conflcitos graves en el interior de las familias y las comunidades, hechos que deben ser tomados como puntos de partida para más y mejores trabajos de prevención desde los gobiernos locales y departamental. No puede menospreciarse el paso de 141 asesinatos a 171 en el último año, y si el 2022 comenzó con una tendencia a la baja, hay que luchar para seguir en esa senda.
Lo que ocurrió el año pasado en cuanto a homicidios en Chinchiná (6 más que en 2020), Manzanares (5 más) y Villamaría (5 más), tiene que ser revisado con detenimiento. Ahora bien, es valioso también destacar que en municipios como Neira (-6) y Supía (-7) los asesinatos cayeron de manera ostensible. En Belalcázar (-2), Marmato (-1), Riosucio (-1), Salamina (-1) y Samaná (-2) también mejoraron estas estadísticas, pero el objetivo siempre debe ser mantener el cero. 
En Manizales, se pasó de 47 a 50 homicidios, aunque, igual que en el contexto de Caldas, las estadísticas están entre las mejores con respecto al promedio nacional. Al comparar sus resultados con ciudades del mismo tamaño, la capital caldense es la más tranquila, y el índice de homicidios de 11 por cada 100 mil habitantes es un indicador tolerable, pero hay que seguir mejorando, ya que de ninguna manera está bien que se eleven los asesinatos, así sean pocos.

Hay que reconocer que la incautación de armas, las restricciones para el porte, las campañas de prevención y la colaboración de las comunidades ha sido muy importante para contener la ejecución de mayor número de crímenes, y en eso el trabajo de las autoridades tiene que ser valorado, así como un creciente nivel de esclarecimiento de los delitos, así como de las capturas, pero ante la realidad de una mayor presión de la delincuencia y de los hechos de intolerancia, entre otros, hay que reforzar todas las estrategias de seguridad, y evitar así que todos los avances logrados en los años recientes se pierdan.