La Noche de las Velitas de hoy, que los católicos encienden en honor a la Virgen María y su Inmaculada Concepción, es una bella oportunidad de unión familiar que todos disfrutamos como la apertura oficial de las celebraciones navideñas. Para este año, cuando ya casi completamos en Colombia nueve meses de emergencia sanitaria por la pandemia de covid-19, y cuando en Manizales y Caldas pasamos por un prolongado pico de contagios, el llamado es a ser prudentes y sumamente responsables para que la situación no se salga de control.
Es cierto que desde hace cerca de cinco meses venimos en una reapertura gradual de la economía, después de que en un comienzo se tuvo una estricta cuarentena para tratar de contener y mitigar la expansión del coronavirus. Eso nos ha permitido, no solo prepararnos para afrontar con éxito hasta ahora el momento más crítico de la pandemia, sino para recuperar el tiempo perdido por las necesarias restricciones de interacción social que han sido fundamentales para frenar la enfermedad.
Lo que hay que entender, sin embargo, es que reapertura económica no significa necesariamente reactivación social, y que la interacción propia de estas épocas no es posible en esta ocasión, ya que es real el riesgo de que el virus sea transportado hacia quienes son vulnerables como los adultos mayores y las personas con comorbilidades que puedan agravarse al adquirir la covid-19. Si realmente queremos vivir una Navidad alegre es fundamental ser precavidos; preferir las reuniones virtuales a las de contacto físico. Desde luego que es difícil, pero es lo más responsable. Por ejemplo, en el caso de las novenas, se deben limitar al núcleo familiar este año.
En el caso específico de la Noche de las Velitas de hoy es clave que se tomen precauciones acerca de su manejo y de los protocolos propios de la prevención de la covid-19, ya que el alcohol es muy inflamable y un manejo inadecuado podría terminar en posibles emergencias por fuego o quemaduras. Adicionalmente, si en condiciones normales es desaconsejable el uso de la pólvora, con mayor razón debemos evitarla ahora. No solo por los peligros incrementados que hoy tenemos, sino por la posibilidad de que los quemados saturen de manera crítica las unidades de cuidado intensivo (hoy ocupadas en cerca del 70%), y poniendo en riesgo la vida de muchas personas.
También hay que tener mesura con el licor. Es normal que en esta época se incremente el consumo de bebidas alcohólicas, y en ese sentido sería un despropósito tratar de cambiar radicalmente esa tradición. Lo que sí podría intentarse es que su uso se limite a los hogares consolidados, sin traspasar las fronteras de vecinos y familia ampliada, porque es en ese tipo de contactos cuando más riesgos hay de transmitir el coronavirus. Así como al comienzo de la pandemia aceptamos que momentos como la Semana Santa tuvieran un desarrollo distinto, ahora debemos tomar conciencia de que la Navidad del 2020 tiene que ser esencialmente distinta de lo que ha sido siempre