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Un proyecto serio debe cumplir siempre con todos los requisitos y elementos que permitan afirmar que se encuentra completo, que no existe la más mínima posibilidad de que se quede empezado o que sufra retrasos sin justificación. Dicho de otra manera, aquellas obras que se quedan como elefantes blancos, que se convierten en iniciativas sin fin que consumen recursos y nunca se concluyen, corresponden a proyectos en los que fallaron criterios rigurosos en la planeación. Son amargas experiencias en las que la ineficiencia en el uso de los recursos públicos es vergonzosa.
Si bien siempre es posible corregir estos posibles problemas, lo que está pasando con el intercambiador de Los Cedros y la Línea 3 del cable aéreo podría llevarnos a graves consecuencias para el erario, al no tenerse concluida la gestión predial necesaria para ejecutar esos proyectos con la suficiente celeridad, cumpliendo con los cronogramas establecidos y en un orden lógico de procedimientos que permitan llegar a buen puerto.
Frente a la intersección de Los Cedros, que tiene un retraso de unos cuatro meses en los cronogramas, es inexplicable que se estén ejecutando trabajos menores en el lugar, con escasa presencia de mano de obra, y que no se pueda avanzar más rápido porque los terrenos necesarios para la intervención no se han adquirido totalmente. No se entiende que se haya tomado la decisión de un pico y placa como el adoptado hace tres semanas, y que el motivo de la medida no muestre la dinámica necesaria. Ante un hecho cumplido, se necesita agilizar la compra de los predios y empezar cuanto antes las obras principales.
Es igualmente preocupante que se esté contando con un predio de la Universidad de Caldas para la construcción de la Línea 3 del cable aéreo, sin que todavía se haya logrado una negociación para la compra, más cuando también está involucrada en la discusión un bien de interés cultural que solo podría tocarse con la autorización del Ministerio de Cultura. 
Si, al menos, se tuvieran acercamientos concretos y posibles acuerdos con la universidad para adquirir predios aledaños al parque de La Gotera, sería más fácil entender por qué se pretende adjudicar el proyecto en menos de dos meses, pese a no tenerse los terrenos. Para concretar esta obra también se requiere la compra de otros terrenos en sectores contemplados en el recorrido, actividad que aún está a medio camino.

Es cierto que, legalmente, este tipo de proyectos no exigen que al momento de adjudicarse los contratos se tenga que tener toda la gestión predial concluida, pero los riesgos de que esto desemboque en retrasos en la ejecución, sobrecostos y fallas técnicas que pueden afectar la calidad de los trabajos son innegables. La Administración Municipal debe actuar con rapidez para poner al día estas iniciativas y garantizar que se podrán ejecutar sin contratiempos o efectos que resulten perjudiciales para las finanzas de la ciudad. Sería una enorme irresponsabilidad que por falta de una adecuada planeación la ciudad vea transformadas sus ilusiones de desarrollo en obras a mitad de camino, incrementadas en costos y tiempos por falta de previsión.