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El pasado fin de semana concluyeron los Juegos Olímpicos de Tokio, los cuales estuvieron en riesgo de no realizarse debido a la pandemia de covid-19. La fecha inicial fue el verano del año pasado, pero la gravedad de la emergencia sanitaria mundial obligó a postergarlos para este año. Aunque las condiciones de salud global mejoraron y con el avance de la vacunación se recobró la confianza, muy cerca de la fecha de inicio el rebrote de los contagios en Japón llevaron a que muchos sectores allí pidieran que no se hicieran las competencias. Finalmente, a fuerza de voluntad se llevaron a cabo. El país ganador de las justas fue Estados Unidos con 39 medallas de oro, seguido por China con 38 preseas doradas. Japón, país anfitrión, fue tercero con 27 oros. Colombia, con 4 platas y 1 bronce, ocupó la casilla 66, lo que representó una actuación aceptable, aunque inferior en logros a lo alcanzado en los Olímpicos de Londres 2012 (1 oro, 3 platas y 4 bronces) y Río de Janeiro 2016 (3 oros, 3 platas y 2 bronces). Algo que debemos resaltar es el surgimiento de nuevas figuras como Lorena Arenas (plata en marcha) y Antony Zambrano (plata en los 400 metros planos), quienes en el deporte rey, el atletismo, abren camino en campos en los que Colombia no tiene gran tradición.
Ahora bien, al analizar lo ocurrido en Tokio, con respecto a la línea de ascenso que se traía desde las dos citas olímpicas anteriores, puede identificarse que la falta de procesos que dieran continuidad en las distintas disciplinas, la imposibilidad de medirse en varios campeonatos internacionales y las dificultades de entrenamiento para los deportistas colombianos durante la pandemia estarían entre las causas del bajón en los resultados. Las lesiones sufridas por algunos de nuestros deportistas también tuvieron que ver.
Si se quiere que en París 2024 el desempeño de los deportistas colombianos vuelva a destacarse entre los países de América Latina no solo es necesario asegurar que se está invirtiendo en el deporte la mayor cantidad de recursos de la historia, sino enfocar ese dinero de la manera correcta, dándoles continuidad a los procesos deportivos, apoyando de manera decidida a los nuevos talentos, pero también ayudando a que quienes por sus años deben alejarse de las competencias puedan transmitir sus legados a los más jóvenes. 

Antes de la cita de París están los Juegos Bolivarianos, Suramericanos, Centroamericanos y del Caribe y los Juegos Panamericanos, los cuales deben ser aprovechados para corregir los errores cometidos esta vez, ajustar procesos y trazar metas ambiciosas que nos permitan retomar el cauce de triunfos que se traía. El ciclo olímpico no es algo que se consiga en un abrir y cerrar de ojos, por lo que será necesario trabajar duro para cimentar unas bases más sólidas y que así regresen los oros a Colombia. Además, como se demostró en Tokio, se tendrá que hacer un acompañamiento más decidido a los deportistas en cuanto a salud mental, como lo dejó claro la gimnasta estadounidense Simone Biles.