Fecha Publicación - Hora

Para hoy está citada una movilización nacional para protestar contra el Gobierno del presidente Iván Duque. Pese a que el Tribunal Administrativo de Cundinamarca ordenó como medida cautelar provisional el aplazamiento de las manifestaciones hasta tanto se implemente un protocolo de bioseguridad o se alcance la inmunidad de rebaño con la vacunación contra la pandemia, quienes las convocan se mantienen en que marcharán y se expresarán en contra de la reforma tributaria, el asesinato de líderes sociales, la inexistencia de la renta básica y, en general, de las políticas económicas y sociales del actual gobierno.
 No hay duda de que hay muchas razones para expresarse en contra de varias decisiones del Ejecutivo nacional, pero las aglomeraciones que podrían generarse constituyen un riesgo mayúsculo de que las unidades de cuidado intensivo terminen superadas por la demanda de pacientes de la covid-19 que se agraven. Lo más sensato en estos momentos sería aplazar las manifestaciones callejeras, porque por más protocolos de bioseguridad que quieran aplicarse será muy difícil garantizar que quienes griten arengas mantengan el tapabocas y una distancia de dos metros con otros en la misma marcha.
 Lo mejor sería que se pensara en otras formas de manifestarse que no generen el peligro de que la pandemia se acelere más. Debería pensarse en otras opciones de hacer notar el descontento, que sean igualmente visibles, pero seguras, que evidencien la inconformidad y que exijan cambios que estén orientados al bienestar de la mayoría, pero es insensato hacer ese tipo de exigencias si al mismo tiempo se pone en riesgo la salud y la vida de muchas personas. De hecho, es contradictorio que Fecode diga que protestará en las calles contra la alternancia porque no hay bioseguridad en las instituciones educativas.
 Sacar trapos rojos y poner carteles en las ventanas de las casas, como lo han sugerido algunos, puede ser una alternativa más segura de protesta, lo mismo que el uso de cacerolas desde las ventanas, si es el caso, pero generar aglomeraciones en lugares públicos es temerario y podría dejar como resultado un retroceso en la lucha contra la pandemia. Si la última semana marcó un récord de fallecidos en el país a causa de la covid-19, con un promedio por encima de los 400 muertos diarios, es una insensatez agravar el problema con manifestaciones en las calles, que incluso podrían terminar en desorden público.

La idea no es que se restrinja el derecho a la protesta, que debe ser respetado y protegido, como lo señala la Constitución Nacional. El asunto en la actual coyuntura es la salud pública y la necesidad de que todos actuemos de tal manera que ese derecho a la salud y a la vida también sea protegido por cada ciudadano. Como sociedad lo que debe hacerse es actuar en forma más creativa para manifestar los descontentos y hacerse oír, pero sin que ello implique ir en contra de la sensatez. Esta pandemia no es un juego, como se viene demostrando mes a mes; la posibilidad de que todo se agrave es real, y la protesta social no debería cargar con la responsabilidad de una crisis peor de la salud y la economía.