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La conformación de las listas para el Senado y la Cámara de Representantes en los distintos partidos y movimientos políticos es un asunto clave y estratégico en cada una de esas colectividades, con la mira puesta en las elecciones del 13 de marzo del 2022. Es evidente que en la medida en que cada tendencia política logre curules en el Legislativo, de esa misma manera podrá tener ventajas o desventajas a la hora de ir a las elecciones presidenciales en mayo. Eso explica, en parte, que en varios movimientos haya fuertes tensiones internas en los días previos a las inscripciones oficiales de candidatos, las cuales tendrán que hacerse antes del próximo 13 de diciembre.
En medio de los afanes para armar esas listas hay desafíos en los que, más allá de las distintas tendencias ideológicas, los partidos y movimientos tienen la oportunidad y la responsabilidad de avanzar, como es la equidad de género en los posibles aspirantes. Lo ideal en ese sentido, atendiendo además a la realidad demográfica del país, es que se tengan listas cremallera en todas las propuestas que se le ofrezcan al pueblo colombiano, donde las mujeres que se incluyan no sean usadas solo para rellenar, como evidentemente ocurre hoy con la llamada Ley de Cuotas. Esas listas también deben ser representativas de las regiones colombianas y de sus distintos grupos sociales.
Ahora bien, en ese sentido, es fundamental que muchas mujeres en toda la geografía nacional se decidan a dar un paso determinante hacia la participación en la política y ejercer de manera clara la vocería de sus comunidades. Ellas tienen el derecho y el deber de no permitir que se les llame solo de maneta utilitaria, sino que ejerzan roles más visibles en esas organizaciones políticas. Estamos seguros de que en nuestras sociedades hay muchas mujeres que podrían estar al frente de importantes proyectos de transformación y mejora de la calidad de vida en nuestras ciudades y zonas rurales. Es un reto democrático frente al cual no podemos ser inferiores.
En esa conformación de listas también se tiene la oportunidad de avanzar hacia el debilitamiento del voto preferente, ya que el personalismo en la política le ha hecho mucho daño a la ética y a la solidez de las organizaciones políticas y a la fuerza e identidad que ellas deben tener, si pretenden aportar positivamente a la sociedad. Sin embargo, tampoco puede caerse en la conformación de listas caprichosas en las que unos pocos jefes políticos manipulen su contenido de acuerdo con sus mezquinos intereses. Es el momento para aplicar fórmulas de democracia interna que conduzcan a propuestas coherentes y serias para el país.
Los políticos de todas las vertientes deberían entender que en la medida en que ellos mismos busquen cambiar las malas costumbres que se han afincado en nuestra democracia, y dejar atrás las malas mañas que generan desmotivación e indignación en los colombianos, tendrán la posibilidad de recuperar el respeto por las instituciones que representan.