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En momentos en que se aproxima a cumplir 33 años de existencia, la Orquesta Sinfónica de Caldas (OSC) vive su propio calvario por falta de recursos, al punto de que las actividades de este año prácticamente terminaron y el panorama no es claro para el 2021. Pese a que esta agrupación artística, conformada por 53 músicos, durante estas tres décadas largas nos ha llenado de orgullo en múltiples ocasiones por sus grandes logros nacionales e internacionales, en Caldas no se ha podido consolidar una financiación que le garantice, por lo menos, mantenerse a flote.
 Por el contrario, este 2020 ha resultado nefasto para la OSC, donde esta semana fue analizada su situación en la Asamblea Departamental, lo cual sirvió para obtener la promesa de que recibirá un aporte adicional de $50 millones de la Secretaría de Cultura Departamental en el 2021. De manera contrastante, también se conoció allí que el Instituto de Cultura y Turismo de Manizales (ICTM) le adeuda una suma considerable, $60 millones del 2019, cuyo monto no se sabe cuándo será pagado. Ese mismo instituto asegura que aportará este año $90 millones, pero no dice nada en cuanto al 2021. Es clave que se le pueda despejar el provenir a la orquesta.
 Ha sido la Universidad de Caldas la que de manera más directa y consistente se ha empeñado en sostener a la Sinfónica, sin que ello sea suficiente para darle solidez económica a este proyecto cultural, que infortunadamente es subvalorado en nuestro medio, pese a demostrar su enorme capacidad de transformar realidades y brindar satisfacciones. Muy pocos desde el sector privado se deciden a brindar apoyo a una iniciativa que más que dádivas merecería ser vista como una fuente de valores que es responsable incentivar.
 Gran parte del recurso humano de la OSC corresponde a músicos que se han esforzado por formarse en las mejores escuelas del mundo, que han estado en Europa y Norteamérica, y que deberían ser bien remunerados, no abandonados y dejados a la deriva como ocurre en estos momentos.
 Tratar de esa manera a un grupo artístico de estas calidades es un verdadero despropósito que es necesario corregir de inmediato. Hay que lograr que los contratos de los músicos sean para el año completo, y que la Sinfónica tenga un presupuesto anual mínimo de unos $1.000 millones. Ahora bien, esta cifra es irrisoria si se le compara con lo invertido en otras orquestas de su tipo en Colombia, cuyo presupuesto anual oscila entre los $3 mil millones y los $6 mil 500 millones.
 
Este es un asunto que además de ser analizado por las administraciones Municipal y Departamental, y por los empresarios de la región, debe ser acogido de buena manera en el Ministerio de Cultura, ya que sería absurdo echar por la borda los grandes esfuerzos de décadas por no hacer un esfuerzo adicional que ayude a salvar esta importante agrupación. A estas alturas del año seguramente es difícil entregarle recursos, al menos los públicos, pero sí es fundamental que haya mejores garantías para el año entrante y los siguientes.