Comienza hoy oficialmente la más inusitada Semana Santa de la que se tenga noticia en varias décadas, en la que no se verán las tradicionales procesiones ni las masivas ceremonias que llenan templos y calles. La pandemia generada por el excesivamente contagioso coronavirus que produce la enfermedad covid-19 impide que esta sagrada fiesta de los católicos pueda cumplir con sus ritos acostumbrados.
Hace mucho tiempo tampoco el mensaje central de la Semana Santa tenía un significado tan cercano a la realidad. Desde el Domingo de Ramos, que se conmemora hoy, hasta el próximo domingo de Resurrección, se recrea la pasión de Jesucristo con la que se demuestra para los fieles católicos que la vida vence a la muerte, que es justamente lo que hoy se reclama de la humanidad, que ante esta gran amenaza sanitaria global debe empeñarse en no dejarse derrotar y mantenerse viva y con esperanza.
El papa Francisco, quien con gran sensatez y sentido de responsabilidad dio la directriz de que esta vez se viviera una Semana Santa de verdadero recogimiento, en donde las familias en el seno de sus hogares reflexionen unidas alrededor de la esperanza de que el Vía Crucis que están padeciendo muchas personas en el mundo pueda conducir a un resurgimiento vigoroso, en el que se valore mucho más la solidaridad, la paz y el respeto por los demás.
En esta inusual jornada que muchos, tradicionalmente, también han aprovechado para viajar y disfrutar de vacaciones, el llamado de la situación es a sacrificar esos gustos y hacer una vigilia real de tales placeres, para que en el interior de los hogares se aprecie de mejor manera a los hijos, a los padres, a los abuelos, a los cónyuges, a los hermanos y, en general, a todos los miembros de la familia, que es el mayor tesoro que tenemos y por el que hay que luchar para no dejarse alcanzar por el contagio y salir ilesos de esta batalla.
Son tiempos difíciles, sin duda, pero en el horizonte es posible vislumbrar tiempos mejores. Hay apuros económicos en muchos lugares e incertidumbres acerca de si el pan estará mañana en la mesa, y tal vez las dificultades no puedan ser superadas muy pronto, pero es necesario tener el coraje de ser persistentes en el disfrute de estar vivos y no dejar caer el entusiasmo.
Hay que aprovechar este tiempo lo mejor posible, como dice el papa, para ser generosos en la creatividad del amor. Hay que tener fe y resiliencia para superar el mal y encontrar un nuevo amanecer. Hay que tener paciencia, disciplina y compromiso con el cuidado de la propia salud y la propia vida, y con la protección real de nuestros seres queridos. Que sea esta una semana de la que salgamos todos fortalecidos y con la certeza de que es posible derrotar el mal.
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