Desde que llegaron las primeras dosis de vacunas contra la covid-19, el 15 de febrero pasado, se ha venido acelerando ese proceso en Colombia. Sin embargo, no ocurre lo mismo con su aplicación, lo que ha llevado a que gran cantidad de ellas se queden estancadas en los congeladores a la espera de poder avanzar más rápido. La principal causa de esta lentitud tiene que ver con las fallas en las bases de datos con las que las EPS realizan el agendamiento de sus afiliados.
De seguir a este ritmo, muy probablemente a finales del año estaremos apenas en la mitad de la meta de 35,2 millones de colombianos inoculados. La cifra de Manizales es ilustrativa: de 31 mil 578 dosis recibidas, han aplicado 18 mil 879, es decir el 60%. Algo parecido ocurre con Caldas: se han aplicado 34 mil 205, un 58,31% del total de las dosis entregadas que ascienden a 58 mil 658.
En ese sentido es buena idea el llamado espontáneo a las personas que quieren aplicarse la vacuna, obviamente tomando en cuenta la fase presente, que reúne a las personas mayores de 60 años. Lo que está mal es que estos operativos no se realicen bajo las condiciones de orden y comodidad que deben tener los ciudadanos para garantizar la bioseguridad y no generar rechazos a la vacunación.
El hecho de que en Manizales el lunes se hayan aplicado 2.385 vacunas (el domingo fueron 1.647), como resultado de combinar agendamiento y llamados espontáneos, muestra que ese es el camino correcto, y que sería totalmente acertado si se destinaran a esa tarea lugares espaciosos, ventilados, pero al mismo tiempo cubiertos, para evitar que las personas tengan que soportar las ambivalencias climáticas mientras esperan. De la misma manera, es fundamental que haya la comodidad mínima de estar sentados, no en filas y de pie.
De acuerdo con la Territorial de Salud de Caldas, a comienzos de esta semana se distribuyeron en el departamento, incluyendo Manizales, cerca de 23 mil dosis, con lo que hay suficiente material para avanzar pronto en su aplicación, y a la espera de que lleguen muchas más en los próximos días. Este es un asunto en el que no puede haber descanso, si se tienen los vacunadores capacitados y las dosis en flujo permanente. Es posible acelerar en la aplicación, de tal manera que toda vacuna que llegue pueda usarse de manera inmediata.
Además de adecuar lugares especiales, sería bueno pensar en segmentar esas llamadas espontáneas en rangos de edades más pequeños. Por ejemplo, citar a un lugar y hora a las personas entre los 77 y los 80 años, y en otro sitio a los que tengan entre 70 y 74 años. Pese a las dificultades que se han tenido hasta ahora un buen síntoma es que la gente esté acudiendo de manera masiva a vacunarse; esto muestra el deseo que tienen de superar esta emergencia y salir adelante. Es algo que hay que aprovechar acelerando el proceso, al mismo tiempo que se establezcan mecanismos que garanticen orden y control.
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