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La resolución 777 del Ministerio de Salud, que rige desde el 1 de junio, señala claramente que se podrán abrir bares y discotecas y hacer eventos masivos en lugares donde la ocupación UCI sea menor del 85%, aunque el aforo será del 25% máximo. También establece que donde se haya superado el 70% del plan de vacunación y la ocupación UCI sea menor del 85%, las actividades podrán tener un aforo del 50%. Ninguna de estas condiciones se cumple en Manizales, pero gran cantidad de bares y discotecas funcionan a tope.

Lo cierto es que, como se lee en el informe publicado ayer en LA PATRIA, muchas personas que asisten a esos lugares y que no aplican las mínimas normas de autocuidado se contagian luego de covid-19 y varias terminan hospitalizadas. Infortunadamente algunas han muerto. Es cierto que estos establecimientos han sido golpeados duramente por las medidas restrictivas durante la pandemia, y que son muchos los empleos formales e informales que dependen de ellos, pero eso no justifica que se conviertan en focos de contagios sin control. El máximo aforo permitido es de 50 personas, y si bien esa cifra es ambigua, debido a que no especifica el tamaño del lugar, está claro que el distanciamiento físico debe respetarse en todos los casos.

Pese a que las autoridades locales afirman que se hacen controles, las evidencias señalan que los protocolos mínimos no se cumplen, y eso implica que hay mucha laxitud que nos resulta demasiado costosa a todos. Si los legales evaden la norma es peor con los ilegales, y parecieran vanos los esfuerzos en el control. Cuando los índices de ocupación de las unidades de cuidado intensivo durante varias semanas bordean el 100% resulta insensato que no haya controles rigurosos, y son muy irresponsable los propietarios de los negocios al no garantizar que sus clientes cumplan con lo mínimo, más cuando la mayor parte de los lugares tienen poca ventilación.

Solo al ingreso de los establecimientos muestran algún interés, pero una vez dentro ya nada importa: priman los intereses económicos. El argumento de que los riesgos de contagio allí son menores que en las casas es falaz, porque las personas ebrias en cualquier lugar prestan poca atención al autocuidado. Lo que debe interiorizarse es que cualquier aglomeración (y más si hay licor) es potencialmente un foco de contagio. Por eso no se entiende que haya tanta flexibilidad con conciertos que se promocionan como si no estuviéramos en el peor momento de la pandemia.

El panorama es paradójico, y la pedagogía resulta contradictoria cuando hay tanta relajación en la aplicación de las normas, incluso por las autoridades, quienes pese a las denuncias aún no sancionan a nadie. Es un hecho innegable que junio alcanzó el nivel más alto de muertes por covid-19 en Colombia desde que comenzó la pandemia, con 17.716 fallecimientos. Es como si en 30 días hubieran muerto todos los habitantes del municipio de Manzanares. Colombia es uno de los cinco países del mundo que registró más casos nuevos la semana pasada, y Caldas y Manizales no son la excepción en esta estadística.