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La Comisión de la Verdad surgió como una institución por tiempo definido para que ayudara a poner en perspectiva y en contexto lo que fue para las víctimas el conflicto armado en nuestro país. Se trata de un elemento fundamental surgido de los Acuerdos de Paz para el Fin del Conflicto Armado con las Farc en el 2016, pero la información recopilada tiene que ver con este y otros grupos como victimarios, incluidos agentes del Estado que no supieron mantener la dignidad endilgada por la Constitución y las leyes.
La Comisión, tomando en cuenta el mandato entregado, siempre tuvo como foco a las víctimas teniendo en cuenta que es necesario reconocer la crueldad de nuestro conflicto, la forma en que millones de personas se vieron afectadas por él y también la necesidad de que se conozca lo sucedido para que se tenga como objetivo la no repetición. Justamente este es el elemento más importante de las concesiones que se permitió hacer el Estado colombiano a quienes decidieron entregar las armas y reconocer que ese no era el camino para hacerse con el poder.
El informe final nos enfrenta con una realidad que muchos quisieron mantener oculta, que otros decidieron restarle importancia y hubo incluso quienes desearon simplemente negarla, pero ya sabemos que la verdad tarde que temprano sale a flote y eso es lo que intenta hacer la Comisión con este trabajo, que aprendió de las experiencias de casos similares en países como Sudáfrica, Perú, Guatemala y El Salvador para no repetir sus errores y potenciar sus aciertos. La batuta que dio el padre Francisco de Roux a esta tarea fue definitiva en el resultado que entregaron ayer.
Aunque se titule el informe final, este es apenas un abrebocas para que el país se apersone de cada documento logrado en los territorios, que además se publicitarán en diferentes formatos y representaciones artísticas para tratar de llegar al mayor número de personas. Tiene que volverse un fundamento para la construcción de un país que pueda superar los odios y que, sobre todo, logre llegar a otros acuerdos para terminar con un conflicto que continúa en varios frentes.
El informe en el Eje Cafetero tiene un componente clave, el Baúl de la Esperanza, manera de decir que es hora de construir futuro entre todos y por ese motivo pensar en formas que nos ayuden a sembrar un camino de mayor equidad y de concordia. Aún hay personas que no se enteran de la gravedad del conflicto armado en nuestra región, de la cantidad de víctimas que dejó, de los daños causados a la población y al tejido social.
Las heridas del conflicto armado perviven. La amenaza de los violentos sigue presente en todo el territorio. En el mismo Caldas cada tanto tenemos noticias de la llegada de armados con ganas de imponer su mando. Si la institucionalidad no entiende la importancia de ocupar los espacios que ya no tienen los violentos o que puedan dejar en el futuro, será casi imposible superar esta guerra. Que este informe ayude a mostrar el camino para que todos entendamos la importancia de entendernos en las diferencias y de construir entre todos una sociedad que nos guíe a la paz.