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Pasa el tiempo y cada gerencia de la Empresa de Renovación Urbana de Manizales (ERUM) se va siempre dejando nuevas frustraciones, frente al macroproyecto San José, una iniciativa surgida a finales de la primera década de este siglo, cuando se pensaba que esa iba a ser la gran renovación del centro de la ciudad, que iba a implicar mejora sustancial en la calidad de vida de muchos habitantes y modernización del mobiliario urbano de ese importante sector, pero que sigue rezagado, sin remedio.
Lo más reciente es la renuncia a la gerencia de Gustavo Salazar Saddy, quien dice que se va de la actual administración satisfecho con su trabajo, pero la verdad es que a los ciudadanos esa gestión deja muchos sinsabores, porque las expectativas han sido muchas, pero los resultados muy precarios. Dijo que es un modelo de renovación, pero la realidad es que lo es pero de lo que no debe hacerse. En cuanto a viviendas, se tenía la meta de construir 664 unidades, pero la realidad hoy es que apenas se han gestionado 335, y con múltiples problemas en todo el proceso. Lo único realmente palpable es la Avenida Marcelino Palacio, pero las comunidades vecinas aseguran que es un foco de inseguridad.
Ahora bien, también es verdad que no solo se le puede endilgar responsabilidades a la actual administración, sino que desde el mismo comienzo en la ejecución de esa iniciativa en el gobierno del exalcalde Juan Manuel Llano vienen los problemas. Pasaron luego los mandatos de Jorge Eduardo Rojas y Octavio Cardona, sin que se le pudiera dar un mejor destino a ese macroproyecto. En todas esas administraciones se ha dicho que es prioridad, pero los resultados son casi nulos, pese a que la renovación se haría en unos terrenos muy atractivos y valiosos para el desarrollo urbano de Manizales.
La realidad de lo que ha pasado en todos estos años es que hubo un desplazamiento de muchas familias desde ese sector hacia otras zonas de la ciudad, donde sufrieron desmejoras en muchos casos. Muchas familias que vivieron por décadas en ese sector y se les prometió que regresarían a viviendas mejores que las que ocupaban antes, se quedaron esperando. Igual ha pasado con las nuevas sedes oficiales de servicios, los grandes parques y demás planes con los que todos soñamos, y se volvieron pesadilla.
La responsabilidad, además de ser de la Alcaldía, de Infimanizales y de la ERUM, también le cabe al Gobierno Nacional, que supuestamente apoyaría de manera más decidida ese proceso de renovación, pero que se quedó corto en su compromiso, a lo largo de los distintos presidentes que han pasado desde hace cerca de 14 años. Es una lástima que los manizaleños tengamos que seguir padeciendo en una espera que parece eterna.

Voceros de la comunidad y estudiosos de este tema, al ver tantos obstáculos y desaciertos, han llegado a calificar este iniciativa como “macrodesastre”. Para cambiar ese imaginario se hace urgente y necesario que el nuevo gerente de la ERUM, Carlos Andrés Montes, lidere un viraje, y que en lo que queda de esta administración se le dé la orientación adecuada para que, por fin, pueda despegar. La cercanía de la actual Alcaldía al gobierno del presidente Gustavo Petro tiene que servir para sacar adelante el macroproyecto.