A la par que la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, anunció que la Policía Militar ayudaría, con su presencia en las calles de la capital, para contrarrestar la ola de inseguridad que se ha tomado la ciudad, la Asociación Colombiana de Ciudades Capitales (Asocapitales) realizó el viernes en Bucaramanga el foro “La seguridad no es solo cuestión de Policía”, en el que se habló de los distintos componentes que permiten garantizar la seguridad ciudadana.
El debate está abierto acerca de la manera de garantizarla, y parece haber un consenso en el sentido de que no solo la presencia de los uniformados es necesaria para lograrla, aunque tampoco puede negarse la capacidad disuasiva de su permanencia en las calles. Lo fundamental es generar ambientes en los que las conductas criminales no tengan terreno abonado para surgir y atropellar, como infortunadamente se ha visto en las principales ciudades del país, e incluso en aquellas relativamente tranquilas, como Manizales.
Hay circunstancias sociales que, necesariamente, influyen en lo que está ocurriendo, y en buena medida tienen relación con el incremento de la pobreza, la deserción educativa y la falta de oportunidades para los jóvenes, las cuales se han visto agudizadas en los tiempos recientes. Sin justificar, de ninguna manera, el delito que se traduce en atracos en todas sus formas y expresiones, que a veces comprometen la vida de las personas, tener a la gente ocupada de manera productiva y garantizar que los jóvenes hallen los caminos para su sano desarrollo, evitaría muchos problemas que hoy padecemos como sociedad.
Así, fomentar el empleo de los jóvenes y la formalización laboral podría ayudar a luchar de manera frontal contra la inseguridad, sin tener que adoptar medidas extremas y desesperadas que pueden ser malinterpretadas en su implementación, como ocurre en Bogotá. En Cali y Medellín, principalmente, también se han tenido episodios lamentables de inseguridad, que generan desconfianza hacia las autoridades y llenan de temor a los ciudadanos. Tales situaciones, infortunadamente, son aprovechadas por algunos para hacer politiquería, lo que ayuda a que en lugar de soluciones reine la dilación en la aplicación de correctivos eficaces.
Una coyuntura como la actual, en la que se sienten las consecuencias de la crisis económica y social generada por la pandemia de covid-19, requiere reflexiones profundas que contemplen todos los escenarios posibles. No puede ser campo para el oportunismo politiquero, sino para que como sociedad reaccionemos de la manera correcta, de tal forma que el problema no crezca, sino que por el contrario sea conjurado mediante sinergias y acciones estratégicas.
Los fenómenos de seguridad ciudadana tienen innegable relación con las acciones de los narcotraficantes y de las bandas criminales que operan en distintos puntos del país, por lo que la desarticulación de esas estructuras también es fundamental si se quiere mejorar la convivencia en las ciudades. De igual manera, la acción de la justicia en los procesos contra los delincuentes debe ser más efectiva en todos los ámbitos y niveles, de tal manera que se les puedan comprobar sus conductas delictivas y evitar la impunidad.
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