En asamblea permanente está un grupo de profesores de la Universidad de Caldas, quienes critican al rector, Alejandro Ceballos, debido al mal funcionamiento del Sistema de Información Académica (SIA), recientemente instalado en el centro universitario. Incluso lanzaron la exigencia al Consejo Superior Universitario (CSU) de que la máxima cabeza de esa institución se retire y que haya un periodo de transición en la Rectoría.
Esa es, sin duda, una idea desproporcionada, descabellada y por fuera de toda justa lógica, sobre todo por lo que eso implica para la estabilidad y futuro de la Universidad. Además, estamos frente a un asunto en el que hay que atacar el problema, no a la persona, y empeñarse a buscar entre todos la solución en lugar de sembrar el caos. ¿Cómo se puede pensar que es mejor una interinidad que buscar un camino de entendimiento en el que se aborden de manera responsable las dificultades?
Los docentes hablan de supuesta ingobernabilidad, poca administración, falta de planeación y gestión del rector y su equipo directivo, pero en el fondo se observa es una especie de retaliación por la supuesta ilegitimidad de su posesión, hace más de dos años, asunto que surtió todas las instancias legales y determinó que el rector fue elegido en el marco de las reglamentaciones establecidas. Pareciera que persisten animadversiones políticas que flaco favor le hacen a la Universidad, en un momento en que en vez de desorden se requiere mayor eficiencia y compromiso de los estamentos.
Resulta llamativo que hasta los mismos representantes de los estudiantes reconozcan que, en medio de la actual coyuntura, la gestión de Ceballos es acertada; sobre todo por haber logrado el respaldo de las administraciones públicas territoriales con recursos y lograr la exoneración en un 100% de la matrícula para los estudiantes de pregrado. A Ceballos se le ha visto muy comprometido con las soluciones a la contingencia causada por la pandemia de covid-19. Tal vez su gestión no sea perfecta, pero son más los logros que los yerros, y no tiene sentido poner a la Universidad en el estrés innecesario de cambiar de líder a mitad de camino, cuando fue elegido hasta el 2022.
Si el problema es el SIA, que se tramita desde la administración anterior, lo que debe hacerse es que la comunidad educativa realice los análisis respectivos, comparta información y busque soluciones en conjunto. Si hay vacíos técnicos y retrocesos en los procesos por fallas de ese sistema, lo que debe hacerse es agotar todas las opciones hasta que las soluciones tecnológicas aparezcan, pero eso no se supera con la salida del rector. Bajo ese criterio resultaría peor el remedio que la enfermedad. La idea de tener dos semanas de receso para hacer los ajustes parece ser una salida sensata.
Cuando la pandemia ha llevado a la Universidad a funcionar a media marcha como medida preventiva, privilegiando la virtualidad, y todos los esfuerzos deberían enfocarse a recuperar lo perdido, no parece sensato que se tengan asambleas permanentes, se pidan renuncias y se llame a nuevos ceses que solo perjudican a los estudiantes. Lo que hay que hacer es desarrollar sinergias y revitalizar la Universidad con el concurso de todos.
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