Las épocas en que se afirmaba con total certeza que la educación en Colombia era la Cenicienta del presupuesto público parecen haber quedado en el pasado. En el contexto nacional, de acuerdo con el Ministerio de Hacienda, es el sector que más recursos recibe y en el 2018 le tomará gran ventaja al sector de defensa que por varios lustros ocupó el primer lugar. Según el ministro Mauricio Cárdenas, el año entrante se invertirán $37,5 billones en educación (fueron $29 billones en el 2015), mientras que en defensa la cifra se queda en $31,6 billones. En las regiones siente el mismo reflejo presupuestal, y en Caldas inclusive la proporción puede ser mayor, gracias al compromiso asumido por las administraciones municipal y departamental con sus respectivas contrapartidas.
Es así como en nuestro departamento de un presupuesto general de $681.271 millones, para educación se destinarán el año entrante $279.988 millones. En el caso de Manizales la situación es parecida: del presupuesto total de $653.024 millones, en educación se invertirán $212.830 millones. Si analizamos las cifras de los años recientes, vemos que se ha tenido un importante ascenso en los recursos, ya que en el 2015 el sector educativo recibió $211 mil millones en Caldas y $143.086 millones en Manizales.
Si eso lo contrastamos con otra realidad muy concreta relacionada con el descenso en el número de matriculados, aparentemente como consecuencia de una baja en la población que estaría experimentando la región, la cantidad de recursos por persona en las aulas escolares es mayor, lo cual debe reflejarse en mejoras sustanciales en la calidad.
Hace cerca de tres semanas conocimos los resultados del Índice Departamental de Competitividad 2017, y vimos cómo Caldas se ubicó en el cuarto lugar, después de Bogotá, Antioquia y Santander. Aunque se cayó un puesto con respecto a lo obtenido desde el 2013 al 2016, cuando permaneció estable en el tercer lugar, el puntaje global mejoró al pasar de 5,96 el año pasado a 6,15 este año. Entre las 94 variables que mide este indicador se observó un contraste entre una educación superior muy bien calificada y una educación preescolar, básica y media con notas bastante negativas.
Sobre este último punto observamos que, lamentablemente, nos va mal en cobertura donde ocupamos el puesto 20, y en deserción escolar, donde fuimos 15. Adicionalmente en las pruebas Saber 5 fuimos novenos, en las Saber 11 ocupamos el puesto 13, en espacio en las aulas de establecimientos oficiales el 12 y también quedamos rezagados (12) en inversión en calidad de la educación básica y media. Este panorama gris exige que se tomen medidas de corrección inmediatas. Entre tales decisiones debe incluirse, por ejemplo, una mejora de la infraestructura, ampliar cobertura de restaurantes y transporte escolar, mejorar los índices de calidad y profesionalizar el salario de los maestros.
Es una buena estrategia estimular a los maestros con premios como los de Enseña por Caldas, que la semana pasada reconoció el trabajo de 25 educadores en las áreas de inglés, en los planes de lectura y en el uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), pero eso no es suficiente. También hay que hacer mucho más en Jornada Única, ampliando las metas más allá del 30% actual. Si son más los recursos y menos los estudiantes, hay que ser más exigentes en la eficiencia de la inversión y en la optimización de la planta docente, con un claro propósito de mejorar en la calidad. A los estudiantes también hay que prepararlos mejor para que respondan con éxito los diferentes niveles de las pruebas Saber.