Las lluvias de las semanas recientes no han tenido clemencia con nuestros vecinos de Pereira y Dosquebradas (Risaralda). La muerte de cuatro personas bajo un deslizamiento de unos 26 mil metros cúbicos de tierra sobre la vía La Romelia-El Pollo, ocurrida en la madrugada del pasado martes, y la evacuación de 106 familias en la urbanización Portal de la Villa, entre otros hechos lamentables, tienen en emergencia a la capital risaraldense, donde hay afectaciones en otros cerca de 70 puntos por causa de los aguaceros. No podemos olvidar tampoco que hace unas dos semanas una persona murió sepultada por un gigantesco derrumbe en una urbanización de Dosquebradas.
Para los caldenses tampoco han sido días fáciles por cuenta del invierno, pero tenemos la fortuna de no haber sufrido esta vez emergencias que causen sufrimiento. En otros momentos del pasado, cuando fuimos nosotros los afectados por las lluvias, como hace dos años en abril, hemos recibido la mano afectuosa y solidaria de nuestros vecinos de departamentos como Risaralda, por lo que ahora es un imperativo moral tender la mano para ayudar a quienes lo necesitan allí. Se calcula en unas 1.800 personas las damnificadas por las lluvias.
En ese sentido hay que resaltar el gesto del Comité Intergremial de Caldas de mostrar sus deseos de apoyar a los pereiranos, así como la campaña emprendida por la Alcaldía de Manizales, el Cuerpo de Bomberos y la Cruz Roja de Caldas para recolectar ayudas en una carpa instalada en la Plaza de Bolívar. Hasta el próximo martes se tendrá allí acopio de todos aquellos elementos que pueden ser útiles en la actual coyuntura. Además de mercados e implementos de aseo, es fundamental aportar dotaciones de cocina y elementos para pernoctar. Son numerosos los niños y adultos mayores que deben dormir todos los días es lugares improvisados, al no poder hacerlo en sus casas.
La cantidad de lluvia que cayó en esta región del Eje Cafetero es realmente excesiva. Eso obligó, por ejemplo, a que el sector del puente Helicoidal, entre Dosquebradas y Santa Rosa de Cabal, fuera cerrado por poco más de una semana, mientras se ejecutaban las obras de estabilización de un talud del que se desprendieron unos 8 mil metros cúbicos de tierra sobre la carretera. Al final de la tarde de ayer se abrió paso por allí, pero mientras el invierno se mantenga los peligros en las vías están a la orden del día.
Esperamos que ojalá lo vaticinado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) se cumpla, y que al comenzar la segunda mitad de junio las lluvias cedan a los días de sol, y no tengamos ningún otro hecho para lamentar en la región durante esta temporada. En Caldas tenemos amargas experiencias de jornadas invernales que se han llevado numerosas vidas, pero hay que reconocer que hemos aprendido y actualmente los resultados son menos trágicos que hace dos o tres décadas. Toda esta experiencia también deberíamos compartirla sin egoísmo con nuestros vecinos, para que en próximas oportunidades logren tener una mejor reacción.
Es importante que el Gobierno Nacional también reaccione de la mejor manera y se comprometa a ayudar a Pereira, con recursos económicos que le permitan afrontar el proceso de reconstrucción, mitigación y estabilización de terrenos donde sea necesario. Que no pase como con Manizales, que después de muchas promesas tras la emergencia del 19 de abril del 2017, poco se ha concretado.
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