Desde ayer y hasta mañana estarán en Cornwall, suroeste de Inglaterra, los líderes del G7, quienes se comprometerán a suministrar mil millones de dosis de vacunas contra la covid-19 a los países en desarrollo, en una muestra de solidaridad mundial. También procuran trabajar para recuperar la golpeada economía global afectada por los efectos de la pandemia, así como dar un mensaje de reconstrucción de relaciones entre aliados en el caso de los Estados Unidos y la Unión Europea.
Las grandes potencias tienen previsto aportar 5 millones de biológicos antes de septiembre y el resto a final del año y durante el 2022, haciendo uso del programa internacional Covax, entre otros. Hay que partir de la dura realidad de que 3,76 millones de personas han muerto a causa de esta enfermedad, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El aportante mayor de vacunas será los Estados Unidos, con 500 millones de estos compuestos de Pfizer/BioNTech, de acuerdo con el presidente de ese país, Joe Biden, quien aseguró que durante este año entregará 200 millones, y el resto en el 2022. El Reino Unido se comprometió con 100 mil, mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, también pidió el aporte de las propias farmacéuticas a los países más pobres, con el equivalente al 10% de las dosis vendidas. Resulta ser una petición acertada, frente a la actitud de esas empresas de no compartir sus patentes de manera temporal para poder acelerar la fabricación, distribución y aplicación de los biológicos.
El objetivo en el mediano plazo es erradicar la pandemia al final del próximo año, con lo que seguramente serán necesarios más aportes de vacunas en el 2022, para poder inocular al menos al 70% de la población del mundo y garantizar la inmunidad de rebaño. Si no hay un suministro uniforme de estos biológicos en todo el planeta, el trabajo de las grandes potencias para proteger a sus habitantes podría perderse.
Otro punto fundamental en esta cumbre será el pedido que los mandatarios del G7 le harán a la OMS para que profundice sus investigaciones para establecer con claridad el origen del coronavirus, cuyas primeras víctimas aparecieron en Wuhan, en el centro de China. A la gran potencia asiática le exigirán mayor cooperación y transparencia para resolver todas las dudas que se tienen al respecto.
Adicionalmente, Biden aprovechará su primer viaje al exterior después de cinco meses de estar en la Casa Blanca para tener un encuentro el próximo 16 de junio con el presidente ruso, Vladimir Putin, a quien pretende reclamar por los supuestos ataques cibernéticos con origen en ese país.
Hay gran expectativa en el mundo alrededor de lo que pueda pasar en la reunión de presidentes del G7, así como en los encuentros independientes que tendrá Biden con otros líderes, ya que de lo que allí pase dependerá mucho el futuro de la economía y la seguridad en el planeta. Un punto clave que se consolida es la presencia unida de Europa con los Estados Unidos, como en los viejos tiempos.
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