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Un deslizamiento de tierra en el sector de la bocatoma de Chupaderos, en Villamaría, causó esta semana un corte del suministro de agua potable en el 60% de ese municipio, el cual se extendió durante varios días. Volvieron a ser necesarios los carrotanques distribuidores en los barrios y se vio a decenas de personas con ollas y baldes que acudían con urgencia por el líquido para la preparación de alimentos y desarrollar labores de aseo. También fueron instalados tanques de abastecimiento en algunos sectores.
Este es un episodio recurrente que se repite desde hace décadas cada cierto tiempo en este municipio caldense, en el que se cuenta con la empresa Acuamaná, encargada de manejar el acueducto y el alcantarillado. Pasan los años y las soluciones a esta situación nunca llegan. En casos de contingencia como este, la colaboración de Aguas de Manizales ha sido importante para ayudar en el suministro del líquido, pero podría pensarse en fórmulas más consistentes de cooperación que se reflejen en remedios reales y permanentes.
Es un hecho que durante este siglo el crecimiento de Villamaría ha sido rápido, y que cada vez es mayor la demanda de agua, mientras que las dos bocatomas que tiene el municipio no solo son obsoletas, sino que resultan insuficientes si se mira hacia el horizonte de los próximos años. Ante este reto, la vulnerabilidad de la infraestructura del acueducto, principalmente en épocas de lluvia, exige decisiones prontas que aporten solución.
Más que tratar de construir una tercera bocatoma, para la que aún no se tienen recursos y que tiene cuestionamientos geológicos, Villamaría debería pensar en lograr un buen convenio con Aguas de Manizales, una empresa que tiene la experiencia necesaria para afrontar este tipo de desafíos, y con la posibilidad de operar con mayor eficiencia el acueducto del vecino municipio.
Sin necesidad de acabar con Acuamaná, pero sí logrando una mejor integración de redes con Manizales, por medio de un convenio de operación del acueducto, por ejemplo, sería posible garantizar que pese a problemas derivados de la abundancia de lluvias, el suministro de agua potable no tenga que ser suspendido. Lo primordial para los villamarianos debe ser lograr que el acueducto sea un servicio de calidad, y ese objetivo puede lograrse mediante un plan estratégico que involucre esta alianza con Aguas de Manizales. El interés general tiene que estar por encima de asuntos políticos o de incomprensiones coyunturales entre las autoridades locales.

Este es el mejor momento para pensar en esta alternativa, ya que también eso podría facilitar el camino hacia el ingreso de Villamaría al proyecto de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (Ptar), que se empezará a construir en Los Cámbulos. Los dirigentes de ambos municipios deberían sentarse a estudiar todas las opciones posibles de integración que vayan en beneficio de los ciudadanos.