Si la salud y la economía se han visto afectadas de manera seria durante la actual pandemia de covid-19, es innegable que la educación ha sufrido un golpe de altas proporciones que aún no logramos asimilar. La incertidumbre ha reinado todo el tiempo, y las alternativas que se han establecido para hacerle frente al desafío se quedaron cortas y desnudaron realidades que antes no eran muy visibles, pero que evidencian los graves problemas que tenemos en Colombia para lograr los objetivos de cobertura y calidad educativa.
Desde el Ministerio de Educación se viene promoviendo la alternancia, pero no todas las instituciones son aptas para poner a funcionar ese modelo, debido a que no se cuenta con las garantías plenas acerca de la utilización adecuada de los protocolos de bioseguridad que son fundamentales en estos casos. Sin embargo, la educación en casa con ayudas tecnológicas tampoco es el mejor escenario, debido a que los problemas de conectividad, inclusive en los centros urbanos, son protuberantes para muchos hogares en los que el sentido de prioridad los lleva a gastar sus limitados ingresos en alimentos y demás elementos de subsistencia.
En el caso de Caldas, pese al positivo informe que se expuso ante la Asamblea Departamental la semana pasada, resulta poco consistente que entre 91.083 estudiantes solo 106 hayan desertado, cuando es precisamente en los municipios y en las áreas rurales donde las condiciones de conectividad son más precarias y, por tanto, la posibilidad de que la educación en las actuales circunstancias pueda llegar parece más difícil. Si con solo guías, videos, radios comunitarias, televisión y llamadas se ha llegado a ellos hay que analizar si realmente estas herramientas garantizan la mejor cobertura y calidad posible bajo las condiciones actuales.
En Manizales, la pandemia no solo ha implicado el alejamiento de niños y jóvenes de los centros educativos, con una deserción comprobada de 1.151 estudiantes, sino que incluso se documentan casos de impacto en la salud mental, y algunos jóvenes han atentado contra su vida, como efecto del largo confinamiento. La desmotivación por no tener cómo aprender de manera adecuada y la violencia en los hogares son ingredientes que hacen urgente dar el paso hacia la alternancia, pero a pocas semanas del fin del calendario escolar aún no se avanza en ello. Que el 46% de los 881 estudiantes que participaron en el tamizaje evidencie algún riesgo para su salud mental debería exigir una respuesta más rápida.
Como están las cosas, el año entrante tendrá que arrancar bajo circunstancias similares a las actuales, pero es necesario que esa alternancia tenga solidez y fundamentos claros. Obviamente, tendremos retrocesos en los diferentes aspectos de la educación en todo el país, pero en Manizales y Caldas debemos hacer los mayores esfuerzos para que la afectación no sea excesiva. Como se tendrá que mantener la alternancia, todas las fallas que se tienen actualmente en cuanto a la aplicación de protocolos en las instituciones y en las tecnologías al alcance de los estudiantes tienen que ser subsanadas con éxito y consideradas prioridad.
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